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DEL REYNO DE CHILE.

uan en tropa a maloquear a nueſtros Indios amigos, y aun paſſado el Rio de Biobio (ſin embargo de eſtar todo con preſidios de Eſpañoles) han entrado muchas veces a nueſtras tierras, y hecho el mal, que han podido en las eſtancias, y lugares delos chriſtianos, matando, cautiuando, y robando, y lleuandoſe por delante buenas tropas de cauallos, y tal vez barriendo potreros enteros, ſin dexar en ellos coſa de importancia, matando las guardas, o lleuandolas cautiuas, paſſando para eſtos efectos el Rio, no grandes tropas de gente, ſino la que baſtaua, conforme alos auiſos de ſus eſpias, para hazer ſu preſa, y no embaraçarle en la retirada.

Todos los Gouernadores han tenido bien que hazer en defenderſe delos Indios, y tener araya el impetu de ſu furor; q̃ en lo q̃ toca a adelantarſe, recobrando lo perdido, ninguno ha podido hazer coſa de importancia, y aſſi hã eſtado los Indios todo eſte tiempo Señores de todas las tierras, q̃ nos ganaron, quando nos deſtruyeron las ſeis, o ſiete ciudades arriba referidas; y aunque nueſtro campo ha eſtado ſiempre muy poderoſo, ſuſtentando fuera delos Indios amigos, dos mil plaças de ſoldados Eſpañoles delos mas bien diſciplinados, valeroſos, y experimentados, que tiene el Rey en ſus reales preſidios, y exercitos, como es notorio alos que han militado en los vnos, y en los otros; ſin embargo han hecho harto en tenerſe en pie, y hazerſe temer del enemigo, para no dexarle paſſar, y adelantarſe a donde huuiera ſin duda llegado ſu gran valor, atreuimiento, y porfia, ſi fueran menores nueſtras fuerças; porque las ſuyas ſon maiores delo que las juzgan los que no las experimẽtan. He viſto paſſar a aquella guerra algunos ſoldados y Capicanes, de Flandes, que hechos a traer expueſtos los cuerpos alas balas, hazian burla delos Indios, por no tenerlas, y deſpreciauan ſu modo de pelear, pareciendoles, que la ventaja, que les hazemos en las armas de fuego, que ellos no tienen, nos haria ſiempre ſuperiores aſu valor por grande, que fueſſe; eſto penſauan antes de llegar ala batalla, diziendo, que eran los Indios vnos borrachos, que no hauia, que temerlos; pero quando deſpues ſe hallauan en la ocaſſion, y hazian experiencia de ſus manos, y veian la intrepidez, y animo, con que embeſtian, y el teſſon con que durauan en la pelea, mudauan de parecer, y ſe perſuadian alo que antes no creian; y menos mal, ſi ſalian enſeñados, aunque fueſſe en ſu propria cabeza; que tal vez no les daua lugar a deſengaños ſu corta ſuerte, como la que tuuieron dos de eſtos Capitanes, que me acuerdo, que eran delos que blaſonauan, y menos preciauan a los Indios, y en la primera batalla, y encuentro, que tuuieron conellos aora diez o doce años, quedaron muertos con otros delos nueſtros, que causò grande laſtima, y dolor, porque eran ſoldados de gran ſuerte.

Eſto es lo que ſe puede dezir, hablando en comun de todos los gouiernos deſde la perdida de las ciudades, haſta el penultimo del Marques de Baydes; pero viniendo al particular de cada vno, y proſiguiendo con el que dezimos, del gouernador Alonſo de Riuera, que es en el que, como hemos viſto; mataron alos padres; Digo que eſte cauallero en eſte ſu ſegundo gouierno moſtrò tan gran talento, aſſi en las coſas de la guerra, como en la diſpoſicion delos gaſtos, y coſas neceſſarias para ella, que ſi le durara mas tiempo la vida, huuiera dexado el Reyno muy deſcanſado, y proveido el Real exercito con grande comodidad, y ſobra de todo; porque hauia començado a entablar vna estancia con ganados, y otras coſas neceſſarias para proueer alos ſoldados y lo lleuaua tan adelante, y le ſalian tan bien los medios, que aplicaua a eſte intento, que huuiera deſahogado mucho al Real exercito, y diſpueſtolo todo de manera que ſe pudieſſen eſperar muy felices ſucceſſos. En ſu tiempo ſe ſeñalaron en la guerra algunos Indios de mucho nombre, con quien tuuo reñidos encuentros, y batallas, en particular cõ el famoſo Longotegua, que fue vno de ſus cõpetidores; hizo muy buenas ſuertes en el enemigo; pero quãdo iua mas viento en popa entablando mejor las eſperanças de lograr en ſus buenos aciertos la aplicacion, conque atendia ala obligacion de ſu oficio, atajò
Dios