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DEL REYNO DE CHILE

conſultaua eſte punto, ſuccedio, que Anganamon, que eſtaua hecho vn demonio contra los chriſtanos, por no hauerle buelto ſus mugeres; luego que ſupo la entrada delos padres, ſe viſtio de ſaña, y furor contra ellos, y determinò oponerſe aſus intentos, y no dexarles paſſar adelante, y eſtoruarles la predicacion del Evangelio, que hauia deſer la que hauia defijar, y aſegurar las paces, que los chriſtianos pretendian, y el tanto aborrecia, por el odio que les tenia; y conſiguiẽtemente aſu profeſſion; por hauer ſabido que no permitia ſe le reſtituyeſſen ſus mugeres por el gran peligro que corrian de que las mataſſe, o hizieſſe prevaricar en la fe, q̃ hauian receuido, por ſer tan incompoſible con ſus ritos, y coſtumbres gentilicas.

Partio luego al punto eſte tirano, y ſin dar lugar alos Caciques de Elicura aq̃ ſe armaſſen, dio ſobre ellos de repente vna mañana, que los cogio deſcuydados, con el ſeguro, que les hauia dado, y mueſtras de querer la paz. Entrò con docientos hombres de a cauallo, y acometio con tan gran impetu, y fuerça, que dentro de muy poco tiempo quedaron muertos los mas principales Caciques con toda la demas gente, que no pudo eſcaparſe alos montes. Eſtauan los padres en eſta ocaſſion para dezir miſſa, hauiendo primero tenido ſu hora de oracion, y armado ſu toldo, y diſpueſto en el el altar portatil, y reconciliadoſe el vno al otro, y el Hermano, para comulgar; y ſaliẽdo al ruido, q̃ ſintieron, ſe toparon con Anganamon, que venia en ſu buſca, para quitarles las vidas, porque hauian atreuidoſe a entrar en ſus tierras a doctrinar alos Indios. Pidio ſus mugeres, y el padre Martin de Aranda, que era muy encendido, y eloquente en la lengua dela tierra, le dio raçon de no habauerſelas reſtituido, porque por ſer ya chriſtianas, era meneſter aſentar primero con el el modo, con que hauia de permitir viuieſſen en adelante conforme alas obligaciones de ſu profeſſion, y que a a eſto hauian entrado aſu tierra, para ajuſtar la forma, que hauian de tener en voluer aſu caſa, y viuir en ella, lo qual ſeria muy facil de ajuſtar, ſi el abraçaſſe la meſma fee, que ellas, la qual hauian venido a enſeñarle, y inſtruir alos ſuyos, y moſtrarles el camino de ſu ſaluacion; y que eſta, y no otra hauia ſido la cauſa de no hauerle reſtituido luego al punto ſus mugeres; que los chriſtianos quiſieran hauerle dado guſto en lo que mandaua ſin ninguna dilacion; pero que conforme aloque debian aſu ley, no podian menos, que aſegurar alas que la hauian ya receuido, de qualquier peligro, que ſe pudieſſe temer, de que faltaſſen de ella.

Con eſtas, y otras raçones procurò el Padre aplacar la furia de Anganamon, y vltimamente le dio los preſentes, que le embiauan de nueſtra parte, que eran las pagas delas dichas ſus mugeres, conforme al vſo de la tierra; pero en lugar de aplacarſe el tirano con dones (que ſuelen tal vez templar el fuego de los maiores enojos, y ſentimientos) mandò que al punto los deſnudaſſen, y les quitaſſen a todos tres las vidas. Replicò el Padre Martin de Aranda diziendo, que ya que ſe reſoluia a eſſo, que ſe contentaſſe con que ſe la quitaſſen a el ſolo, que el moria de muy buena gana; pero que ſe la perdonaſſe al padre Oracio Vechi, y al Hermano Diego de Montalban ſus compañeros, porque por vn caſo particular, no ſe turbaſſe la paz general del Reyno, de que dependia la ſaluacion de tantas almas; que ſi quedaſſe viuo el padre Oracio, podria lleuar adelante las paces, y inſtruir alos ſuyos en las coſas dela fee, en que tanto les iua; no hizo caſo Anganamon de la replica, y nueuo raçonamiento, que el padre le hizo, reſpondiendo, que no queria paz ni chriſtiandad, ni la hauia de conſentir y aſſi arremetieron los executores dela impia ſentencia, y deſnudando alos padres (que dando gracias a nueſtro Señor por la miſericordia que les hazia, eſperauan, de rodillas, el golpe del cuchillo) executaron a ellos como lobos encorderos ſu fiereza:

Al Padre Oracio primeramente le dieron vn fiero machetaço, ſobre la oreja en pago dela doctrina del cielo, que les predicaua y ſugeria alas ſuyas, y enſeñal, de quan cerradas las tenian a Dios, y ala verdad, aſegundaron el golpe en la meſma parte; y luego le dieron vna cruel heri-
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