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DEL REYNO DE CHILE

hanlan ſido, y aſſi no los vendian, ni enagenauan los Eſpañoles, como lo han hecho los Indios con eſtos ſus cautiuos, vendiendolos como a eſclauos y tratandolos como a tales. Lo ſegundo aunque no ſe puede negar que algunos delos Eſpañoles excedieron en algo en el demaſiado trabajo, que dauan alos Indios en ſacarles oro, pero eſto no era de manera, que les hizieſſen los agrauios, y maltratamiento, que los indios les han hecho a ellos en eſte ſu cautiuerio. Lo tercero ningun Eſpañol matò jamas a ningun Indio de ſu ſeruicio, como los Indios han muerto a muchos Eſpañoles en ſus borracheras, en las quales han ſuccedido caſos muy laſtimoſos, y dignos de hiſtoria, los quales no refiero, por no acordarme biẽ de ellos, ſolo tẽgo memoria por mayor de lo q̃ he oido contar a algunos de eſtos cautiuos, y es el gran peligro dela vida, los ſobre ſaltos, y ſuſtos, que padecian ſiempre, que eſtos ſus crueles amos, y Señores ſe juntauan aſus bailes, y borracheras; porque como en eſtas ocaſſiones renueuan memorias delas coſas paſſadas, como queda dicho en ſu lugar, refreſcan las que tienen delas guerras, que han tenido, y dela gente ſeñalada, que en ellas les han muerto los Eſpañoles; y aſſi para ſu vengança, ſe voluian contra eſtos pobres cautiuos, y los lleuauan aſus bailes, y los ponian en medio de todos, deſnudãdolos del poco hato, que trajan ſobre ſu cuerpo, para quitarles la vida como de hecho lo hazian cõ algunos, precediendo ſus ceremonias, y raçonamientos, alos quales ſe hallaua preſente el triſte cautiuo, eſperando por momentos el golpe del cuchillo, o el bote dela lança, con que los atraueſauan; aunque otras vezes eſtãdo ya para eſto, llegaua alguno delos poderoſos, y lo libraua, oponiendoſe alos demas y no conſintiendo que le quitaſſen la vida.

CAPITVLO XVII.
Daſe ſin a esta materia y ponderaſe el mas inconſolable trabajo, que han padecido los Eſpañoles en este ſu cautiuerio.

N

O es trabajo el que en fin ſe acaua aunque ſea con la vida, en comparacion delos dela eternidad, que no puede el alma ſacudir de ſi, ni aun con la eſperança de ver jamas ſu fin. Grandes ſon, y mas de marca los que eſtos pobres cautiuos han padecido, como hemos viſto, y lo diran mejor los que podran referirlos mas por menor, porque en eſta materia, ſe, que ay mucho, que contar; y que llorar. Pero en fin ſon trabajos del cuerpo, que alo mas, no pueden paſſar de ſu duracion. Los trabajos, miſerias, y deſdichas, que por Antonomaſia ſe alçan con eſte nombre, ſon las del alma, que la ponen a peligro de perderſe; de cuyo linaje ſon las que eſtos pobres cautiuos habran padecido en ſus almas, eſtando tantos años entre gentiles, oprimidos con tan dura ſeruidumbre, ſin la ayuda delos ſacramentos, ni ningun otro ſocorro eſpiritual, ſin ver vn ſacerdote, ni otra ninguna perſona ecleſiaſtica, con quien conſolarſe, y deſahogar ſus confeiencias agrauadas con la fuerça de ocaſiones, que en aquel infeliciſſimo eſtado han tenido de perder a Dios, con tan poca comodidad, o por mejor dezir, moralmente hablando, impoſſibilidad de recobrarle, reſtituyendoſe aſu gracia por la penitencia. Eſte ha ſido vn dolor verdaderamente ſin conſuelo, particularmente para los que han muerto en aquel miſerabiliſſimo cautiuerio; ſino es que ya ſe compadecieſſe de ellos la diuina clemencia, por medio de algun acto de contricion, que era el vnico remedio a que deſpues del pecado alli podian apelar para ſu ſaluacion. No da poco fundamento a eſta eſperança vna coſa digna de reparo, y de mucha eſtimacion en eſtos chriſtianos cautiuos, y es que entre tantos, no ſe ha ſabido jamas de ninguno, que aya apoſtata-
do