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DEL REYNO DE CHILE

CAPITVLO XVI.
Lo que han padecido los Eſpañoles en el auro cautiuerio, que han tenido en poder delos Indios mas de quarenta años.

G

Ran laſtima ſeria, quien lo duda? ver los Eſpañoles cautiuos en poder de aquellos barbaros, que demas de ſerlo, ſe tenian por ofendidos delos meſmos Eſpañoles, que hauian muerto a tantos delos ſuyos, y deſtruido ſus tierras, ſugetadolos a ſeruidumbre, y hechoſe dueños de lo que ninguno hauia podido, haſta que ellos llegaron aconquiſtarlos. Eſta conſideracion deſnudò alos Indios de todo afecto de piedad para con aquellos ſus cautiuos; ſiruiendoſe de ellos con todo rigor en los miniſterios domeſticos y del campo, matandolos de hambre, trayendolos mal veſtidos, no cuydando de ſus enfermidades, y haziendoles todo el mal tratamiento que podian. Pero aunque eſto era para quebrar los coraçones, viendo gente tan principal, y noble, y criada en tanto regalo, y comodidades, reducida a vn eſtado tan vil, y miſerable: lo que excede toda ponderacion y encarecimiento, es, ver aquellas mugeres, y delicadas Señoras, que tanto valor hauian moſtrado, por no llegara verſe en tan inhumano cautiuerio; ſugetas ala meſma fortuna, que por la delicadeza, y flaqueza mugeril, hazia mas ſenſible ſu dolor, y mas digno de compaſſion alos que lo veian, ſi ya no les faltò del todo aun eſte conſuelo, por verſe tan apartadas delos ſuyos; y a viſta ſolamente de aquellos terribles enemigos, entre los quales, quando huuieſſe alguno, que ſe compadecieſſe de ſu trabajo; los mas no tendrian ojos para verle ni reparar en el.

No ſe que a eſtas Señoras las deſnudaſſen de ſus veſtidos, como alos hombres; pero quando huuieſſen tenido alguna mas piedad con ellas, por mirarlas no tanto, como eſclauas, quanto como a mugeres proprias. El meſmo tiempo las obligò a veſtirſe deſpues como Indias, pues ſeria muy poco el que pudieron durarles ſus veſtidos, con que no pudieron menos, que acomodarſe al tiempo, y vſança dela tierra, cubriendoſe con vna triſte manta a raiz delas carnes, ſin camiſſa, ni otro abrigo delos que acoſtumbrauan, los pies deſcalços por el ſuelo, vnos pobres pellejos por cama, y todo lo demas tocante aſu comida, y viuienda tan pobre, y miſerable, que no podia ſer mas; porque ſi los meſmos Indios paſſan la vida con tanto deſprecio de las comodidades, y aliño, que vſan los Eſpañoles, como queda dicho en el capitulo tercero, y quarto del libro tercero; como lo paſſaria eſtos ſus eſclauos y eſclauas? Vn poco de mote, q̃ es maiz cocido en agua ſimple, era ſu ordinario ſuſtento, vnos porotos, y yeruas del campo, y otras coſas a eſte modo les hazian el plato; eſte era ſu pan, que mezclauan con lagrimas, quando ſe aſſentauan acomerle, no ala meſa, ſino en el meſmo ſuelo, acordandoſe delos regalos, y banquetes, que hauian tenido, y goçado en ſus caſas.

S paraſſe la miſeria, y deſdicha de eſtas pobres cautiuas en ſola eſta mala paſſadia del pobre ſuſtento de ſu vida, menos mal, pero paſſaua mas adelante, por el trabajo corporal y continuo, que tenian en los oficios domeſticos de caſa, de que no ſe exceptuan ni las meſmas mugeres delos Indios; con que aquellas Señoras que eſtauan acoſtumbradas aſu eſtrado, y al entretenimiento voluntario de ſu almohadilla, huuieron forçoſamente de ſugetarſe atomar la eſcoba en la mano, hazer el fuego, y guiſar la comida, traer aſus cueſtas el agua del Rio, y hazer todos los demas miniſterios, que ſon proprios delos que ſiruen. Entre los quales les era peſſadiſſimo el de moler el maiz, para las harinas, que es el principal ſuſtento delos Indios, porque como eſte exercicio, es de tanto trabajo, por cargar todo el cuerpo ſobre los braços, y el continuo mouimiento de todo el, jugando la piedra de moler con entrambas manos, como lo hazen las Indias, y queda declarado en ſu lugar; venia a ſer eſte trabajo tan improporcionado a eſtas pobres cautiuas, por no eſtar acoſtumbradas a el, que he viſto algunas; que han ſalido del
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