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DEL REYNO DE CHILE

perſeguidos, y apurados dela guerra, y apretados dela hambre, por el eſtrago que los Eſpañoles les hazian en ſus comidas, y ſembrados; y aſſi hallando aora tan buena ocaſſion de reſtituirſe aſu libertad, facilmente ſe avnaron; y ajustaron entreſi el modo, y traça, que hauian de tener, para la execucion.

Nada de eſto reçelauan los Eſpañoles, que goçauan en las ciudades del ocio, y comodidades, q̃ hemos dicho, porque aunque veian muerto aſu Gouernador, ya tan granada gente, como la que perecio en ſu Compañia; los tenia tan ſeguros la proſperidad, de que goçauan; que no temieron, que pudieſſe hauer coſa alguna, que ſe la pudieſſe interrumpir, ni eſtoruar; dormian a ſueño ſuelto, reſpetados y ſeruidos, y al parecer amados delos Indios, los quales acudia cada ſemana cõ el oro, q̃ ſacauan delas minas, y lo dauã a ſus encomenderos en gran cantidad, porque hauia algunos, que tenian muy grandes encomiendas, y en aquellos tiempos no hauia repartimiento de Indios, que no fueſſe muy conſiderable; iuan enriqueziendo muy aprieſſa, ſin embargo delos grandes gaſtos, que hazian en el ſuſtento de ſus familias, y en el lucimiento de ſus caſas, y en los explendidos banquetes, conque ſe regalauan, y entretenian (que ſegun he oido contar, eran disformes, y ſoberbios) pero eſtando en eſtas delicias, y proſperidad, ſe cũplio en ellos ala letra lo del pſalmo, 77. adbuc eſca eorum erãt in ore ipſorum, Et ira Dei aſcendit ſuper eos, pues podemos dezir, que eſtando con el bocado en la boca, los alcançò, y ocupò la ira de Dios, como lo experimentaron miſerablemente, y ſe verà en el capitulo ſiguiente.

CAPITVLO XV.
Contiene la ruina, y perdida delas ſeis ciudades de los Eſpañoles.

A

Qui me hallo ya del todo ſin ningunos papales, ni relaciones dela laſtimoſa tragedia que ſuccedio alas ciudades, que hauian fundado en Chile los Eſpañoles, deſpues dela que queda referida de ſu malogrado gouernador; y aunque me hazen gran falta, para ſeguir el hilo dela hiſtoria (porque no es materia eſta, que ſe pueda dezir de memoria) confieſſo, que en parte no me peſſa, por no tener ocaſſion de refregar la llaga, que tanto laſtimò, y haſta oy ezcueçe alos que la padecen, que ſon muchos, aſſi delos q̃ aun viuen cautiuos entre los Indios, como delos que pudieron eſcapar, ſi bien con vida, tan mal parados, como los que ſalen anado de vn naufragio, dexando perdida en el mar toda ſu riqueza; aſſi les acontecio alos que libraron ſus vidas, y libertad de eſte laſtimoſo incendio, ſaliendo muchos de ellos deſnudos por vna parte, aunque por otra con la carga de las obligaciones de ſu nobleza, ſin poder hecharlas de ſi, ni tener aquien voluer los ojos (que es otro genero de miſeria, y deſdicha, que no es muy deſemejãte ala de vn triſte cautiuerio, y friſa con la meſma muerte) pero para que no ſe ignore del todo lo que tan digno es de hiſtoria, dexando, como tengo advertido otras veces, la relacion por menor, aquien harà la vniuerſal de aquel Reyno y de ſu conquiſta; dirè lo que me puedo acordar delas coſas, que he viſto, y oido tocantes a eſte punto: y antes de començar, referirè lo que hallò eſcrito de aquel tiempo en los comentarios Reales de Garcilaſſo dela vega, como lo quenta en la primera parte lib. 7. c. 25. y dize que lo ſacò delas anuas de nueſtra Compañia del año de 1599. y 1600. y de otras relaciones, que en aquel tiempo vinieron de Chile, haſta el año de 1604. dize pues aſſi. [De trece ciudades, que hauia en eſte Reyno de Chile, deſtruyeron los Indios las ſeis, que ſon Valdiuia, la Imperial, Angol, ſanta Cruz, Chillan, y la Concepcion; derribaron, conſumieron, y talaron en ellas la habitacion de ſus caſas, la honrra de ſus templos, la deuocion, y fee, que reſplandecia en ellos, la hermoſura de ſus campos, y el mayor daño, que ſe padecio, fue, que con eſtas victorias crecieron los animos delos Indios, y tomaron auilantez, para mayores robos, e incendios, aſolamientos, ſacos, y deſtruyciones de ciudades, y monaſterios,
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