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BREVE RELACION

y la poca fuerça, que le quedaua, para proſeguir con ſus empreſſas; particularmente la dela conquista de Tucapel; que es la que entonces le daua mas cuydado; con eſta conſideracion, juntando toda la ciudad acabildo abierto, les propuſo el penſamiento, que tenia de bajar en perſona al Perù, para ſolicitar con ſu preſencia vn buen ſocorro, con que voluer para ſugetar a Tucapel, y lo demas, que en Chile quedaua por conquiſtar. Huuo varios pareceres ſobre lo ꝓpueſto; y vltimamẽte ſe reſoluio a ir, como de hecho fue; pero llegando al Callao, y auiſando de ſu llegada el Virrey, le embio orden ſu excelencia que ſin ſaltar en tierra, ſe voluieſſe luego a Chile, donde tan neceſſaria era ſu perſona, y preſencia; y q̃ ſi tenia algo, q̃ informar; lo hizieſſe por eſcrito. Aſſi lo hizo, dando en vn papel raçon del Reyno de Chile, del eſtado, en que lo dexaua, y los motiuos, y fin de ſu venida.

Quedò el Virrey tan convencido, y pagado dela cordura, prudencia, y eficacia, que el Gouernador moſtrò en ſu eſcrito, que al punto embio orden, no ſolo paraque ſe deſembarcaſſe, ſino paraque ſe le hizieſſe vn grande receuimiento, ſaliendo a ello la Ciudad, y cabildo: llegò el Gouernador a palacio, y antes, que ſe apeaſſe del cauallo, ſalio ſu excelencia haſta la puerta a receuirle como lo merecia por ſu perſona, y pueſto; hizole extraordinarias honrras, como quien ſabia bien por experencia, por hauerlo tocado con las manos, los quilates delos ſeruicios delos Gouernadores de Chile, y delos demas, que ſiruen en aquella milicia; y lo mucho que valen, y deben eſtimarſe; pues demas de los peligros dela vida, que ſon comunes en qualquiera guerra; han ſido muy particulares en la de aquel Reyno, los trabajos, y incomodidades en el veſtir, dormir, y comer, o por mejor dezir, en la deſnudez y hambre, que han padecido los ſoldados, de que ſe pudieran hazer muy largas, y laſtimoſas relaciones, porque es coſa increible lo que han padecido, y aun padecen haſta oy aquellos fieliſſimos baſallos de ſu Mageſtad, acriſolando ſu valor, y ſufrimiento con la perpetuidad, y larga duracion de ſus penalidades, porque los que vna vez aſſientan plaça en aquella milicia; es para embejezerſe, o morir en ella. Siempre que me viene ala pluma eſte punto, la detengo con violencia, y dificultad, por la dilatada esfera, que eſta materia le offrece; porq̃ lo he viſto con mis ojos, y tocado con mis manos, y laſtimadome muchas veces de ver ſeruicios de tanta fineza, y lealtad; y que pocas vezes tendran exemplares en las hiſtorias, con tan improporcionado premio, por eſtar tan lexos, y apartados de donde ſe reparten, pero remitamos eſto aquien toca, y vamos adelante, con la hiſtoria.

Hauiendo hallado el Gouarnador el buen deſpacho, que deſſeaua, y tratando ya de hazer gente, y apreſtar todo lo neceſſario, para ſu buelta a Chile, llegò nueua del ſucceſſor, que ſu Mageſtad le embiaua, y que a el le llamaua, para honrrarle, como merecian ſus grandes ſeruicios, empleandole en otros pueſtos, que requerian ſu gran valor, y experiencia. y con eſto entregò el baſton a Don Martin Garcia Oñez, y Loyola, de quien hablaremos en el capitulo ſiguiente. gouernò a Chile en la auſencia, que hizo Don Alonſo de Sotomayor, el licenciado Pedro de Viſcarra, aquien el meſmo dexò nombrado para ello; el qual acudio ala obligacion de ſu oficio con la ſatisfaccion, que ſe eſperaua; aunque no tengo noticia por menor delas coſas, que en ſu tiempo ſuccedieron, y aſſi es fuerça remitirme en eſto, como lo he hecho, y lo harè en muchas otras coſas, a quien las eſcreuira con mayor acierto, por eſtar donde ſe hallaran largas relaciones, y informaciones de todo.

CAPITVLO XI.
Comienza el gouierno de Don Martin Garcia, Oñez, y Loyola.

D

On Martin Garcia Oñez, y Loyola, cauallero del hauito de Calatraba, iluſtre guipuzquano. Digno fruto, y cabeza dela eſclarecida caſa de Loyola, (mucho mas iluſtre en nuestros ſiglos, que lo fue en los paſſados, por el nueuo
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