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BREVE RELACION

petuas, y los frios, y demas incomodidas inſufribles; pero a todo hazian roſtro los Eſpañoles, con animos invencibles, por no perder la ocaſſion de ſalir con ſu intento, pareciendoles, que los meſmos rigores del tiempo, les hauian de ayudar a ello. Acercauanſe ya al ſitio, donde eſtaua recogido Quechuntureo, el qual luego q̃ lo ſupo, ſalio al encuentro al exercito Eſpañol; aunque viendole tan poderoſo, y pujante, tuuo por mas acertado eſperarle en ſu fuerte, y aſſi ſe retirò a el; ſubieron los Eſpañoles, y començaron abatirlo, y aunque hallaron grandiſſima reſiſtencia, porque los que eſtauan dentro reſiſtian la entrada todo lo poſſible; pero como el fuerte no era de muro, ſino vna alberrada de grueſſos arboles, entraron dentro, y trabaron vna muy reñida batalla. Eſtuuo mucho tiempo dudoſa la victoria, haſta que moſtrandoſe claramente por parte delos Eſpañoles, començaron los Indios aretirarſe; y vltimamente hizo lo meſmo Quechuntureo, aquien dieron alcançe en vna quebrada, donde ſe hauia retirado; el qual viendoſe cautiuo, pidio por merced la vida, ofreciendo en recompenſa, hazer que todos los ſuyos dieſſen la paz. Otorgaronle lo que pedia; y el cumplio con ſu palabra; con que ſe entablò de nueuo la paz con aquellos ſerranos, que començando abaxar dela Cordillera, venian cada dia apoblarſe alos llanos, y con eſto començaron a reſpirar las tres ciudades de Oſorno, Valdiuia, y la Villarica, que hauia diez años que ſe hallauan oprimidas dela guerra, cerrados los caminos al comercio, de manera, que no podial lleuar el ſuſtento dela vna ala otra, ſin immenſos trabajos, y coſta de muchas vidas.

Paſsò el campo el reſto del hiuierno en el valle de Cauillanga, donde vino el Cacique principal a dar la paz, y lo meſmo iuan haziendo otros, llamandoſe vnos a otros con la fama del buen paſſaje, y agaſajo, que hallauan en los Eſpañoles: llegò la voz, y nueua delo que paſſaua, al Cacique Piurome, Señor delos Coiuncos, el qual no pudiendo hallar conſuelo deſde el dia, que le cautiuaron ſu hijo, conſiderandole en priſſion, y duro cautiuerio, ponderando por otra parte, quan dificultoſo era darle libertad, por fuerça de armas, por ver tantos, q̃ iuan dando la paz; ſe reſoluio tambien a darla: embio para eſto vn mẽſajero a pedir al Eſpañol ſaluo conduto, para poder ir en perſona a aſentar el modo, que ſe hauia de guardar en eſto, y hauiendole alcançado; entrò en la ciudad de Angol, donde tratò con el Maeſſe de campo los aſientos de paz, que a entrambos convenian; fue vno entre otros, que le dieſſe libre aſu hijo (aquien ſacando dela cadena, y quedãdo en rehenes otro Hermano ſuyo en ella, ſe le hauian traido paraque le vieſſe) eſſo reſpondio el Maeſſe de campo, no eſta en mi mano, que aunque ella fue la que le cautiuò; depende del Gouernador ſu libertad; pero yo te prometo de negociarlo, con tal que la paz, que prometes, no ſea como la del traidor Catepiuque. Seguro puedes eſtar, le reſpondio el Cacique, de mi fee, y en prendas de ella te prometo, traerlo a tu ſugecion rendido, o ſu cabeza, ſi reſiſtiere, y aſſi con tu licencia me parto a executarlo.

Aſſi lo hizo, y llegando aſu tierra, convocò alos demas Caciques ſus aliados. Turipillan, Rayllanga, Cariguano, Guachapeuque, Talcaguano, y otros, entre los quales vino tambien el ya nombrado Catepiuque, y eſtando todos juntos les propuſo el intento, que tenia de dar de coraçon la paz alos chriſtianos, canſado ya de tanta guerra, pues hauia mas de treinta años, que la ſeguia, con tanta inquietud, y deſaſoſiego, y perdida delos ſuyos. era muy reſpetado de todos eſte Cacique, y aſſi viendoſe reſuelto a dexar las armas, ſe reſoluieron los demas alo meſmo; menos Catepiuque, que o por ſu mal natural, o porque le acuſaua ſu pecado dela traicion cometida, ſe leuantò entre todos, diziendo, que el no venia en lo votado; y procurando atraer aſu parecer alos otros con viuas raçones, que les proponia; ſe puſo Piurome en pie, y teniendo a deſacato la reſiſtencia, y arrogancia del rebelde, le dixo, que ſe hizieſſe a fuera, que con el ſolo las hauia de hauer; y entre los dos ſe hauia de concluir aquel punto, o con la muerte, o rendi-
mien-