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DEL REYNO DE CHILE

migo, cuyos eſquadrones viẽdo alos Eſpañoles ſobre ſi, hizieron alto, y començaron atrabar batalla, en la qual les huuieran dado mucho en que entender, y ganado el fuerte alos chriſtianos, ſino fuera por vn famoſo tiro, que hizo el valeroſo Thomas dela Barria, el qual apuntando a Nangolien, lo derribò en tierra, hecho pedaços vn braço por dos partes; con que acudiendo los Indios aſu general, dieron lugar alos Eſpañoles a retirarſe como lo hizieron, porque tenian ya muy canſados los cauallos; y ellos tambien ſe retiraron, y deshizieron el exercito.

Llegada la primauera al fin de Otubre de ochenta, y cinco, partio el Sargento; mayor de Santiago con doſmil cauallos y la gente, que alli hauia leuantado (que podemos dezir ha ſido eſte el anual tributo, con que ha acudido ſiempre aquella ciudad ala guerra, ſiendo vno como al macen, para ſus gaſtos, para pertrechar los ſoldados, y auiarlos, ſin que haſta oy pueda verſe libre de eſta carga) ſalio luego, que llegò alas fronteras, con cien hombres ala Cordillera; y hauiendo cogido dos Indios, los lleuò por guias, para dar, como dio, en vn valle, donde hallò vna gran muchedumbre de Indios, que ſe hauian juntado alli, a ſus acoſtumbrados entretenimientos, y alegrias, que ſon beber haſta caer; y como los hallò deſcuydados hizo vna gran matança, y eſtrago en ellos. Llegò la nuena de eſta deſgracia a Perquincheo, que gouernaua en Ayllarague; y conſiderando quan victorioſos andauan los Eſpañoles, ſin dexarles poner pie en el ſuelo, y perſiguiendolos haſta las quebradas, y Valles mas retirados, talandoles las comidas, y no dexandolos viuir; acordò de dar la paz, porque verdaderamente perecian de hambre (que es la que amanſa alas meſmas fieras) embio para eſto dos embaxadores, con orden de que llegando a viſta delos chriſtianos, leuãtaſſen dos cruces, como quien enarbola vandera blanca, en ſeñal de paz. Aſſi lo hizieron, y, fueron receuidos delos Eſpañoles, con extraordinarias mueſtras de alegrias, y ſeñales de amiſtad; vino deſpues en perſona el meſmo Cacique, y dio la paz, en nombre de Leno, y con ſu exemplo la dio, tambien Millachigue, Señor de Pangalemo, y otros que fueron todos haſta tres mil. Entre otros Caciques, que dieron la paz, fue vno, Ayñande; el qual aconſejò al gouernador, que alojaſſe ſu Campo en el valle de Gualqui, para obligar alos Indios, que alli hauia, a dar tambien la paz; admitido el cõſejo, embio el dicho Ayñãde ſus mẽſajeros alos de Gualqui, aconſejandoles, q̃ dieſſen la paz, como ellos la hauian dado; alo qual eſtaua ya toda aquella gente determinada, quando hauiendolo entendido Nangoniel (que hauia ya ſanado del braço, que le hauia hecho pedaços la bala, que le diſparò Olabarria) vino acompañado con cien cauallos ligeros, y hablò alos Indios con tal energia, y fuerça de raçones poniendoles delante la propria libertad, que debian anteponer a qualquiera otra coſa; que los encendio de manera, que le vantaron todos a vna la voz, diziendo, guerra, guerra, para lo qual deſampararon el valle, que eſtaua todo ſembrado de buenas ſementeras, con animo de paſſarſe a Arauco, como ſe lo hauia perſuadido Nangoniel; y eſta fue la reſpueſta, con que voluieron los menſajeros al campo Eſpañol, el qual llegando al valle, lo abrasò, y conſumio todo, convitiendo en humo, y ceniza las caſas, y los ſembrados, y quanto en el hauia; deſta manera fue marchando el campo, arrazando a todo Chipimo, y Mareguano. Rabioſo Nangoniel del eſtrago, que los Eſpañoles hazian en ſus tierras, les fue ſiguiendo, con quinientos valeroſos Mareguanos; y haziendo alto en la cumbre de vn cerro, a viſta del campo Eſpañol; baxò vn Indio a el, apueſtas del ſol, aretarle, con tan grande arrogancia, que admirò alos q̃ le oyeron; cõ todo eſſo ſe eſtauan los Indios en lo alto, y no querian embeſtir; haſta q̃ llegaſſen los Araucanos, aquien eſtauan eſperando: pero los Eſpañoles vſando de eſtratagema, leuantaron el campo, haziendo, que ſe partian, quedando emboſcado el Sargentomaior, con vn buen troço de gente en vna parte, y en otra el Capitan Cortes con ſu compañia.

Viendo los Indios, que eran, ya par-
tidos