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DEL REYNO DE CHILE

en el ayre como hemos viſto acontecio en el cerco dela Ymperial, paraque todos la invoquen en ſemejantes neceſſidades, y aprietos, y ſea de todo el mundo glorificada, y enſalçada como merece.

CAPITVLO XV.
De otra marauilla que obrò la Virgen Nueſtra Señora fauoreciendo la Fundacion de Chile.

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Eſde los principios dela fundacion del Reyno de Chile, moſtrò ſiempre la ſoberana Reyna del cielo, que le tomaua de baxo de ſu proteccion, y amparo, como ſe ha viſto en lo que queda dicho, y ſe verà adelante; y ya que ſe ha tocado eſte punto; quiero acõpañarle con otra marauilla, que oi contar a mis mayores, aunque no me acuerdo del lugar en particular donde ſuccedio; pero ſe que fue en vna delas ciudades de Chile, quando ſe fundaua. Succedio pues, que eſtando ſitiada vna de ellas: o viniendola a combatir los Indios; ſalieron dela ciudad los Eſpañoles, que hauia dentro a reſſiſtirles, y detenerles por lo menos el paſſo; llegaron alas manos, y començando a pelear, començaron los Indios a huir a gran prieſſa, admirados los Eſpañoles del caſo, viendo, que ſiendo tantos los Indios, huyan de ellos, que eran tan pocos; coſa tan nueua, y que no decia con la arrogancia de eſta gente: hauiendoles preguntando deſpues la cauſa. reſpondieron, que aunque eran pocos los Eſpañoles, y aſſi no los temian; pero que vieron venir delante vna Señora hermoſiſſima, y bella, que les venia hechando poluo en los ojos, y cegandolos; y obligandolos con eſto a que ſe retiraſſen. como lo hizieron, ſin que ſe atreuieſſe ninguno a paſſar adelante. O valeroſa capitana delos exerçitos de Dios, que aſſiſtiſtes alos chriſtianos con vueſtro fauor, y ayuda, para que fueſſe vueſtra la victoria, de que dependia el logro dela ſangre de vueſtro Hijo, en la ſaluacion delos predeſtinados, que de aquel gentiliſmo han ſubido al paraiſo; juſto es que todos tengamos muy preſente eſta vueſtra miſericordia: y mas los que ſomos mas intereſſados en ella; y aſſi para ſu eterna memoria, y gloria vueſtra, es bien que ſe eſculpa en bronce, y ſe offreſca por voto en el altar de vueſtros beneficios, y quede regiſtrada en eſte libro, en eſta Imagen, que en. nombre del Reyno de Chile os preſento, en ſeñal de agradecimieto y debido obſequio] Va pueſta eſta ſanta Imagen ala buelta dela oja, donde la acompañarà otra; de que ya hablarè.

Para dar fin a eſte argumento, y que ſe vea mas claramente el ſingular patrocinio, con que la Reyna del cielo ſe ha dignado fauorecer a toda aquella tierra, mirandola con tan particulares ojos (quiça por mas remota, y por eſto mas neceſſitada de ſu amparo) quiero hazer la vltima ponderacion, que en eſta materia ſe puede conſiderar, y es, que no ſolamente ha querido eſta ſoberana Señora honrrar con el amparo, y patrocinio de ſus ſantas Imagenes, las ciudades, y Ygleſias publicas, comunes, y generales, para todos; pero ha paſſado adelante ſu liberalidad, humanandoſe a comunicarla alas caſas particulares de ſus vezinos, entrandoſe por ellas, para illuſtrarlas con los particulares fauores, que tan proprios ſon de ſu piedad. Entre otros, que en la perdida delas ciudades que hemos dicho, abraſaron los Indios en Chile, ſe hallaron, aſſi en los rieſgos delos encuentros, y batallas, como en la apretura, y extremas anguſtias de ſus cercos; fue el maeſſe de campo D. Pedro de Ybacache, cauallero conocido, en quien compitieron el valor, prudencia, y conſejo militar, con la piedad chriſtiana, y deuocion, de que ſomos teſtigos todos los que le conocimos, y admiramos en vn ſoldado, criado toda ſu vida en la guerra, tan gran ternura, y aplicacion alas coſas del cielo.

Eſte cauallero, como otro Eneas aſu padre Anquiſes, librò, ſi mal no me acuerdo, del incendio, y ruina de aquellas ciudades vna imagen dela ſoberana Virgen, pequeña, de haſta media bara de alto, y la truxo conſigo haſta el Valle dela ligua juriſdicion dela ciudad de Santiago, donde en vna eſtancia ſuya, le labrò vna deuota capilla, donde yo la he viſto muy de-
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