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DEL REYNO DE CHILE.

te el frio como ſi fuera vna bala, y lo dexaua yerto, ſin poder mouerſe mas; y porque vn negro, que lleuaua de dieſtro vn cauallo, ſe parò, a vna voz, que le dieron, voluiendo el roſtro a ver quien le llamaua quedì, ſino conuertido en ſal, como la muger de Lot, quãdo voluio los ojos a ver el fuego de Sodoma; alo menos, como ſi fuera vna ſtatua de piedra, el, y el cauallo: y aſſi no hauia mas remedio, que caminar continuamente ſin parar, porque endeteniendoſe vn poco, era cierta la muerte, por la prieſſa con q̃ los paſſaua el frio. Pero como venian tan flacos, y hambrientos, y no tenian todos tanto aliento, y teſſon para caminar, quedauan a cada paſſo muertos, de manera, que quedaron ſembrados por aquellos montes, no pocos cuerpos muertos. Diez mil Indios, y negros, dize Garcilaſſo, que fueron ellos, porque de quincemil, que iuan con el Ynga Paullo, ſolos eſcaparon los cinco mil, que como traian poca ropa conforme aſu vſança, y eran todos nacidos, y criados en el Perù, donde por eſtar en menos altura, y dentro del tropico, a penas ſe ſabe: en algunas de ſus tierras, que es frio, eſtrañaron tanto el de aquel pais, que dize Herrera, que llorauan, quando començaron a paſſar la cordillera, como niños, aunque deſpues en ſus altos, ſe quedauan riendo ſin gana elados, yertos, y inflexibles como palos. Los Eſpañoles padecieron menos, por que iuan mas abrigados, aunque tambien dize Garcilaſſo, que quedaron muertos mas de ciento, y cinquenta; y treinta cauallos (que fue vna gran perdida) y que ſe les caian a otros los de dos delos pies, ſin ſentirlo, haſta que los vian en el ſuelo, era el ayre tan frio, y ſutil, que les hazia perder el reſuello, y quando padecian mas, era de noche, por no tener leña, con que hazer fuego, y les obligaua el hambre alos Indios a comer delos cuerpos muertos; y los Eſpañoles comieran de buena gana los cauallos, que topauan elados, ſi pudieran de tenerſe a deſollarlos. Llegò a eſte tiempo el ſocorro de comida, que les ſalio al encuentro de Copiapò, con que pudieron paſſar menos mal el reſto del camino haſta llegar al valle, donde fueron muy bien reciuidos, y agaſajados delos Indios de aquella tierra; donde dexarèmos el exercito por aora, haſta ver como paſſaron eſta cordillera otros, que vinieron deſpues ſiguiendo al Adelantado Almagro.

CAPITVLO XVII.
Paſſan otros la cordillera, y lo que ſuccedio al Adelantado en Copiapò, ſu buelta de Chile, y deſdichada muerte.

N

O hallo claridad del tiempo en que eſte exercito paſsò la cordillera; lo cierto es que no ſeria en la fuerça del verano, porque no huuieran padecido tanto; ni en la del hiuierno; porque huuieran todos perecido, y el primer temporal los huuiera ſepultado viuos; paſſarianla ala entrada, o ſalida del hiuierno; y lo mas cierto es, que ala entrada, porque ſi fuera ala ſalida, no huuieran peligrado tanto los que les ſiguieron, delos quales, fue el primero Rodrigo Orgonez, aquien el adelantado hauia dexado en el Cuzco haziendo gente, para que con ella le ſiguieſſe, como lo hizo, aunque perdio en la cordillera, las vñas, teniendo el palo del toldo mientras ſe eſtaua armando, y perdiera aun los dedos, ſi con tiempo no retirara las mano; a otros les coſtò mas, que fue, los ojos, y a otros las vidas, y entre ellos a todos los que eſtauan dentro de vn toldo vna noche, que ſoplò tan terrible viento, que lo deſarmò, y cogiendolos de baxo, y luego vn recio temporal de nieue, amanecieron amortajados todos, y ſepultados, perdieron juntamente, veinte, y ſeis cauallos (que por ſer en aquellos tiempos, y ocaſſion tan neceſſarios, fue muy conſiderable perdida) el ſegundo, que paſsò deſpues de Rodrigo Orgonez, fue Iuan de Arrada, y ſus compañeros, que fueron con los deſpachos, y prouiſſiones Reales del gouierno del adelantado Almagro, aquien dexamos en Copiapò, yſera bien hablar delo que alli, y en la tierra mas adentro le ſuccedio, antes de receuir ſus papeles, y verſe
con
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