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DEL REYNO DE CHILE.

dido dos nauios en vna recia, y terrible tormenta.

Ya vimos en el Capitulo paſſado que el Almirante Colon deſcubrio tambien la Ysla de Cuba, aunque impedido delas grandes tormentas, que tuuo, en ſus coſtas, nunca pudo rodearla, y aſſi murio ſin el deſegaño de que era Ysla, porque la juzgaua por alguna punta de tierra firme. Es eſta Ysla muy grande, y hermoſa de lindos puertos, y eſpeſſas Montañas, de precioſiſſimas maderas de cedro, y evano, y otras: muy abundante de Azucar, y de otros frutos, ay oy en ella muchas ciudades de Eſpañoles, y los famoſos caſtilos, y fuerças dela Hauana, que eſtan ala entrada del puerto, el qual ſirue de eſcala alos Galeones dela plata, y alas flotas, que vienen delas Indias: ſon eſtas fortalezas delas mejores, que tiene ſu Mageſtad en ſu monarquia, y la ciudad dela Hauana vna delas luſtroſas delas Indias. Pero ami ver lo que mas encarece, y haze mas eſtimable eſta Ysla, es el buen natural, docilidad, y nobleza delos que nacen, y ſe crian en ella que es coſecha de aquel ſuelo aun antes, que le piſaſſen los Eſpañoles, y aſſi lo moſtraron con el Almirante Colon, y con los que deſpues del arribaron a ella, haziendoles a todos mucha corteſia, y buen paſſaje. contarè vn caſo, que ſeruira de edificacion, y ſera buena prueba delo que digo.

Entre otros, que arribaron a eſta Ysla, fueron vnos caſtellanos, que en vn puerto, que eſtà ala coſta del Sur, quince, o veinte leguas del de Santiago, fueron agaſajados delos Indios con grande amor; y partiendoſe de alli, les fue fuerça dexar vn marinero, que por hauer enfermado grauemente, no los pudo ſeguir, el qual con lo poco que ſabia, y hauiendoſele pegado ya algo dela lengua delos Indios, començò a declararles algo de nueſtra fee, en particular procurò inducirlos ala deuocion, y piedad con la Reyna delos cielos, moſtrandoles paras ello vna Imagen de papel, que traia conſigo, diziendoles que aquella ſeñora era madre de Dios, por cuyo medio, hazia ſu diuina Mageſtad grandes bienes alos hombres, que era madre de piedad, y de miſericordia, y otras coſas que a ſu modo les explicaua. Enſeñauales la oracion del Aue Maria, de que por entonces no ſe les pegaron ſino ſolas eſtas dos palabras, Aue Maria, y perſuadiales, que Edificaſſen a eſta gran ſeñora vna caſa, y Ygleſia; era Cacique de eſta gente vn Indio muy bueno, que a contemplacion del commendador mayor, que gouernaua la Eſpañola, ſe quiſo llamar commendador, y ſe preſume, que ya entonces era Chriſtiano, porque con los primeros, o ſegundos Eſpañoles, que llegaron alli, iua vn clerigo, que es probable le hizieſſe Chriſtiano, porlo menos lo deſſeaua. Eſte con toda ſu gente cobrò vn amor tan tierno ala ſoberana Virgen, que la edificaron caſa, y templo; donde la ponian muchas vaſijas de comida, y bebida, pareciendoles, que de noche, o de dia, teniendo hambre, comeria.

Todos los dias, mañana, y tarde, acudia el cacique commendador con toda ſu gente a cortejar a eſta ſoberana Reyna, y juntas las manos pueſtas las rodillas en tierra, las cabeças, y ojos baxos, la adorauan diziendo, Aue Maria, Aue Maria, y lo repetian muchiſſimas Veces, compuſieronle coplas, y varios cantares, y iuan abailar, y hazer la fieſta enamorados cadadia mas, y atraidos del ſenſible conſuelo interior, que ſentian, que es coſa rara por ſer entre gentiles, que ſin apremio de nadie, y con vn conocimiento tan ſuperficial como el que podian hauer alcançado de vn ſoldado, ſin tener predicador que los mouieſſe, ni exemplo, que imitar, ſe aplicaſſen de ſuyo a vn exercicio de tanta piedad, con tan grande teſſon, y perleue rancia: quien duda, que eſta liberaliſſima Reyna no ſe dexaria vencer de eſtos barbaros, retornandoles por eſta deuocion muchas miſericordias? Refirio el Gouernador Enciſo, que muchos vieron, que obrò eſta ſeñora con eſtos Indios muy grandes, y patentes milagros, y de aqui debieron de heredar deſpues todos la deuocion grande, q̃ la tienen en aquella Ysla, y tãbien ſe puede atribuir de
a