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DEL REYNO DE CHILE.

los con gran benignidad; y aſſegurandolos, que antes del dia eſtarian aviſta de tierra, ſe fue alo mas alto dela popa para columbrarla con el deſſeo deſer el primero que dieſſe la buena nueua.

Tenia eſte de albricias diez mil marauedis de renta, y por eſſo procurando cada qual ganarlas, eſtuuieron en vela, haziendoſe ojos clauandolos eſte a eſte lado, y aquel al otro, haſta que dos horas antes dela medianoche deſcubriò el Almirante Colon vna luz, y llamando a dos Capitanes ſe la moſtrò, y luego vio que la luz ſe mudaua de vna parte otra, y era aſſi que la lleuaua vno de vna caſa a otra, como deſpues ſe ſupo, fueron nauegando hazia la luz, y alas dos horas deſpues dela media noche deſcubrieron la tierra, que vieron de todos los nauios, y pretendiendo cada vno ſer el primero que la hauia viſto, vltimamente ſe reſoluio que las albricias tocauan al almirante, por hauer ſido el primero, que vio la luz, y aſſi ſe las mandaron pagar los Reyes, y las cobrò deſpues todos los años en las carnicerias de Sevilla.

Haze reflexa ſobre eſta luz el coroniſta Herrera, y dize moralizando ſobre ella, que ſignificaua la eſpiritual de que aquellas incognitas naciones neceſſitauan, y les lleuauan de Europa ſus deſcubridores, por beneficio, y merced delos catholicos Reyes que hauiendo hecho guerra haſta entonces por eſpacio de trecientos y veinte años alos moros, apenas la hauian acabado, quando puſieron el hombro a eſta nueua conquiſta, para dilatar por ſu medio la gloria del Evangelio, y que penetraſſe ſu voz haſta las vltimas partes dela tierra, probando con eſto quan firmes columnas ſon dela fee, pues ſin admitir interrupcion, ſe ocupan ſiempre en ſu propagacion] haſta aqui Herrera: alo qual añadiria yo, q̃ aquella luz que Vio Colon en la obſcuridad dela noche, era el ſindereſis dela raçon, que como braſa medio muerta entre la ceniza, centelleando en la profunda noche delos herrores, y ceguedad de aquellos barbaros, clamaua al cielo por el ſoplo del diuino eſpiritu, que la deſaogaſſe, y por medio del conocimiento de Chriſto, la encendieſſe, y aviuaſſe, para alumbrar a aquel gentiliſmo que deſde tantos ſiglos atras eſtaua caido, y cubierto delas tinieblas, y ſombra dela muerte.


Aſſi fue, y para dar principio, deſcubriendo con el dia la tierra claramente, ſaltaron en ella, llevando el Almirante en ſu barca bien armada enarbolado el eſtandarte Real, y los de mas Capitanes en las ſuyas tendidas las banderas delas conquiſta, que por diuiſa lleuauan todas vna Cruz verde coronada, y por friſo los nombres delos Catholicos Reyes don Fernando, y D. Yſabel, para ſignificar la eſperança, que eſtos Monarcas tuuieron de abaſſallar por medio de eſta enpreſſa, y poner alos pies del Crucificado las coronas, y cetros delos poderoſos Reyes, y Señores de aquel nueuo mundo, como ellos le tenian pueſtas, rendidas las ſuyas, y que dela nte de ſu Cruz, no huuieſſe otra corona, ni otro mando, ni ſeñorio, que el de ſu exaltacion.

Por eſto luego que el almirante ſaltò en tierra, poniendoſe ſobre ella de rodillas con todos los demas ſus compañeros, la besò vna, y otra vez, y leuantando los ojos al cielo, bañados en lagrimas, adorò al comun Señor, que alli le hauia traido, y rindiẽdole las gracias por el beneficio receuido le dio en retorno la obedencia como a ſupremo Rey en prendas dela que todos los de aquellas nueuas regiones le hauian de dar, por medio de ſu conocimento: y en ſeñal dela poſſeſſion, que tomaua en ſu ſanto nombre, pusò a aquella primera Ysla el de S. Saluador, y leuantò vna hermoſa Cruz, que fue como intimar las prouiſiones Reales del ſupremo Rey de gloria al infierno todo, para que deſocupaſſe aquella tierra, que tantos ſiglos hauia le tenia tiranizada.

Leuantoſe el Almirante de tierra, y llegando todos a el con repetidas alegrias, le abraçauan a porfia, y traìan en braços, como en triumpho dela maior hazaña, que hauia jamas hombre ninguno intentado, mucho menos conſe-
gui-
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