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El canto de las sombras

ROMANTICA EXTINCION

Cuanto quisiera dormitarme ahora, en esta santa languidez sumida, como el capullo de temprana rosa en un largo temblor desvanecida.

Agostarme soñando tras la reja cual níveo brote en la prisión del vaso, con la silente y mística quimera de un esfumado atardecer de raso.

Morirme silenciosa, casi tísica, vuelta al confín azul la blanca frente y la mirada dolorosa, fija, fija en su misma evocación muriente.

Oir la última nota de las alas exóticas, abiertas en la sombra, y el labio musical de una campana que desde lejos, con piedad, me nombra.

Sentir como en las tardas pulsaciones la hora del derrumbe se agiganta, y en la breve vigilia de esa noche, con la suave tristura de una santa;

comulgando con Dios, mientras enjugo la postrimera lágrima vertida, sin haber despertado sobre el mundo, ir quedándome así, como dormida...

El perro gemirá con voz aguda tendido en el umbral de la cancela; perfilará los álamos la luna, un soplo frío agitará mi tela;

y qué hermoso será, tras la ventana, cadáver ya bajo el naciente día, como en la espera celestial de un hada estar mirando lejos todavía...

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