por el pulso, se efectúan 60 á 80 veces por minuto en el estado normal de los adultos y mucho más rápidos en los niños; en las enfermedades pueden aumentar de 100 á 500 veces y disminuir de 30 á 40.
Con mano práctica se puede saber si el pulso es rápido ó lento, contando con la seguridad de un reloj exacto con segundero que es necesario tener; luego, con más práctica, se sabe si es fuerte ó débil, regular ó no.
En estados muy graves, casi no se siente el pulso; y sólo se reconocen los movimientos del corazón por sus golpes en la región cardíaca, situada en el pecho, ó por el sonido del tic-tac que se siente aplicando el oído al lado izquierdo del pecho.
Se toma el puso en el radial con el pulpejo de los dos dedos índice y medio, comprimiendo la arteria contra el radio y calculando cuantas pulsaciones por medio ó un cuarto de minuto, para saber el número de pulsaciones por minuto.
La temperatura, respiración y pulso deben consignarse en el cuadro térmico, que constituye un cuadro clínico completo, cuando se agregan las observaciones completas, especialmente lo observado respecto las secreciones: veces de producido, cantidad, etc. En enfermedades comunes basta consignar la temperatura dos veces al día (8 a. m. y 8 pasado meridiano); pero en las enfermedades febriles, cada tres horas ó más aun á menudo (lámina 158).
Los alimentos deben darse en poca cantidad cada vez; muy aseados, de buen aspecto y arreglo al presentarlos; puntual á su hora y retirarlo en seguida, si el paciente no tiene apetito; debiendo siempre saber y apuntar la calidad y cantidad de alimento dado.
Los infantes hasta los seis meses deben mamar cada dos horas á 2 horas y media, y de esta edad á un año cada 3 horas; los niños deben comer cada 4 horas y los adultos basta 2 veces en las 24 horas; pero todos necesitan beber á menudo, como también al enfermo debe darse á beber agua, aunque no pida. Niños y adultos necesitan una determinada cantidad de ciertos alimentos, según la edad y el