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no dan tanto calor y si fuera posible siempre el cuarto del enfermo debiera tener una.

El calor ó la temperatura del cuarto del enfermo no debe nunca ser demasiado alto; más vale que sea frío que demasiado caliente; generalmente la temperatura que se desea es de 16º á 18º centígrados; con esta temperatura, tanto los sanos como los enfermos se sienten muy bien; pero, los enfermos estando en la cama, con enfermedades que producen fiebre, no encuentran desagradable una temperatura más baja, como 10º á 12º C., y al contrario; los niños, los enfermos con pérdida de sangre y líquido del cuerpo, los debilitados por pobreza de sangre, etc., hay que tener la temperatura de algunos grados más alto; porque, tienen siempre frío y fácilmente los resiente, y como no tienen fuerza, les es díficil reaccionar y producir calor.

El fuego en el cuarto reseca el aire y este aire seco irrita las vías respiratorias: la laringe, bronquios, pulmones; por eso, y especialmente en las enfermedades de las vías respiratorias, se recomienda el tener al aire más húmedo poniendo en el suelo ó sobre la chimenea una vasija con agua para que se evapore paulatinamente ó sobre la estufa, calentador, etc., para que se evapore con el calor. Se da también más humedad con un pulverizador, que es indispensable en las enfermedades de la garganta.

Cuando se espera la llegada de un enfermo debe quitarse del camino todo lo que pudiera molestar el transporte (alfombras, muebles, etc.); si hubiera tiempo, debiera sacarse todo lo del dormitorio, limpiando y desinfectando la habitación y los muebles perfectamente y ventilar bien de antemano.


La cama del enfermo

Ante todo, es necesario que la cama esté libre en medio del cuarto, de manera que pueda acercarse por todos lados; si esto no puede hacerse, entonces se pondrá los pies contra la pared y la