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CAPÍTULO VI
Transporte

La mayoría de las personas creen que el poder mover o cambiar un enfermo de una cama á la otra es cuestión de fuerzas; pero, no es así: es cuestión de habilidad y de práctica; «más vale maña que fuerza», se aplica bien á estos casos, de lo cual se convencerán después de algunos ejercicios hechos por personas que se consideran muy débiles.

Los enfermos que tienen que ser movidos á menudo, conviene que lo sean por una sola persona. Si es de una cama á la otra, ó á una mesa de operación ó camilla, debe acortarse lo más posible la distancia; poner la nueva cabecera paralela á los pies de la otra, para tener que darse vuelta simplemente y depositar al paciente.

Para esto, el enfermero se coloca con preferencia del lado derecho del enfermo; así, el brazo derecho que es el más fuerte, sostiene la parte inferior del cuerpo, que es más pesado (al izquierdo, si la parte dolorosa es del derecho). Se doblan un poco las rodillas, se baja la camisa á lo largo del cuerpo y se levantan las cobijas; se introduce un brazo debajo los muslos, cerca las corvas y el otro debajo la espalda á la altura del hombro, ordenando al paciente que entrelace los brazos alrededor del cuello y sostenerse así, y aflojar las piernas para que caigan sin resistencia (lámina 111 a). Entonces se levanta al enfermo al mismo tiempo que se estira las rodillas propias y se echa el cuerpo hacia atrás, de manera de llevar y apoyar al enfermo sobre el pecho del portador; así, carga haciendo las fuerzas con los músculos de la espalda y cuello (láminas 111 b y c).