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gestión, aplicando inmediatamente agua fría á la cabeza, quietud, fricciones y calor á las extremidades inferiores y laxantes intestinales enérgicos (purgantes ó enemas) y dieta.

En la mayor parte de los casos el accidente es repentino; hay bruscamente pérdida del conocimiento, la cara se pone un rojo violáceo, abotagado, á veces, los ojos inyectados; hay insensibilidad y parálisis, generalmente de un lado del cuerpo ó en los extremos (si se levanta un brazo, cae como el de un muerto); á veces, pérdida de orina y materias fecales; la respiración es dificultosa, soplante (moviendo las mejillas como si fuera un velo) y hay un ronquido especial (soplar en pipa); las facciones y la lengua desviadas; el pulso fuerte, duro, lento; las pupilas están desiguales ó contraídas; á veces, hay delirio.

En el primer momento, ni el médico puede distinguir, si es una congestión ó una hemorragia y por eso, se procede del mismo modo en ambos casos.

Se coloca al paciente en un sitio fresco, con la cabeza un poco levantada, se desabrocha la ropa ajustada, principalmente del cuello y la cintura; se aplica compresas de agua fría ó hielo á la cabeza; se friccionan las extremidades y se aplica botellas de agua calientes, franelas, etc. calientes á los pies. ¡Nada debe darse á respirar ni á tomar! Se llama, en seguida al médico, porque es grave el caso.

Convulsiones
(Ataque, acceso, mal)

En los niños, las convulsiones dependen muchas veces de una impresión brusca (miedo, cólera, etc.), de la dentición, indigestión, lombrices intestinales ó es el principio de una fiebre infecciosa.

La cara se pone pálida ó violácea, la mirada fija, contractura de los músculos de los ojos, á veces, se ponen viscos; rechinan los dientes, sale espuma de la boca, hay contractura de los brazos, están