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saber guiar las huestes é las caualgadas en tiempo de guerraLey I, Tit. XXII, Part. 2.ª

Campana, taravilla, alcahueta, nin porra
Jáquima, adalid nin guia nin andorra,
Nunca le digas trotera, aunque por ti corra
Creo, que sí esto goardares, que la vieja te acorra.

Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 900.
La Academia limita la significación de adalid al caudillo ó cabo de gente de guerra, grado superior en la milicia, como se declara en las Leyes de Partida, al de los Almocadenes y Almogábares (V. etiam Ortiz de Zúñiga, Anales de Sevilla).
He creido necesario citar al Arcipreste de Hita en demostración de que tal nombre se aplicaba á todo el que servía de guía ó guiador, perteneciera ó no á la milicia, que es lo que denota el vocablo الدليلad-dalil en P. de Alcalá, además de calador, corredor y príncipe de cosarios, dirigens en R. Martín, itineris ductor en el Arzobispo D. Rodrigo (De rebus hisp., lib. III, cap. 24). En este sentido se halla también usado por nuestros clásicos. En Cervantes se lee (Rinconete y Cortadillo): «Avisóles su adalid de los puestos donde habían de acudir.»
La forma adalil, exactísima transcripción de la arábiga, se encuentra en el Repartimiento de Sevilla hecho por D. Alfonso X, y en el siguiente pasage del privilegio dado. por este monarca á la misma ciudad (V. Memorial histórico, vol. I, 15): «...asy como las amojonaron e las determinaron por mio mandado el Obispo D. Remondo de Segovia é Gonzalo Garcia de Torquemada, é Ruy Lopez de Mendoza, é Pedro Blasco el Adalil, é Ferrand Serviçial.» Aunque la voz portuguesa adail tiene la misma significación que adalid, como Santa Rosa la hace una con la palabra zaga, que en nuestro romance castellano tiene una acepción de todo punto diversa, debo dar explicación de esta sinonimia. Escribe el lexicógrafo portugués in v. adail; «Este oficio es tan antiguo como el Reino, mas con