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MUJERES DE AMÉRICA

ligioso, el cual, con voz sonora y potente y con acento de profunda emoción, leyó el manuscrito, el cual decía así

«En nombre de Dios Todopoderoso y en los momentos de comparecer ante su presencia, declaramos que somos inocentes del crimen de que se nos acusa, y sin pruebas suficientes para condenarnos, marchamos al patíbulo con la resignación de los mártires.

»Es nuestra expresa voluntad que este documento se lea en público el día en que se descubra que la justicia de los hombres ha sido cruel quitándonos la vida en nombre de la ley y para que sepan todos que por vengar un delito, la sociedad ha cometido otro mayor.

»Por consejo del virtuoso sacerdote que nos ha consolado hasta el último instante y queriendo cumplir con lo que nos ordena nuestra conciencia, hacemos saber que la fabulosa riqueza de que disponíamos, proviene de un abundante venero de oro que se halla en la Quebrada Negra cuarenta millas al Norte saliendo de Copiapó con dirección al desierto de Atacama, descubierto por nosotros y que esplotábamos secretamente, temerosos de que nos arrebataran lo que creíamos de nuestra propiedad exclusiva.

»Las relaciones que manteníamos con el judío se reducían al cambio del oro por moneda co

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