en ese género; «Espatolino Guatimozin,» último emperador de Méjico y «La Baronesa Joux, novela histórica; las biografías de Mme. de Merlín y del Duque de Valencia, publicadas en la «Revista de Madrid», de la cual era colaboradora, y muchas poesías sueltas, á más de la citada colección. .
De sus producciones dramáticas de aquel tiempo, se recuerdan: «Alfonso Munio», tragedia clásica estrenada en Madrid con gran éxito (Abril de 1844) y que restauró el clasicismo, un tanto decaído; «Saul», que en seguida fué, como la anterior, traducida á tres idiomas, y que un crítico notable, Dussieu, calificó de uno de los más atrevidos y felices rasgos de ingenio que ha tenido España; «El Príncipe de Viana, de asunto nacional, representado por primera vez en Madrid en 1845, y que mereció elogios del Duque de Rivas, Gallego, Quintana, Espronceda, Zorrilla, García Tassara, Roca de Togores, Brotón, Pastor Díaz y Hartzenbusch; «Egilona,» que se estrenó el mismo año á beneficio de la famosa actriz Bárbara Lamadrid; «La Hija de las Flores,» en 1852, vertida al portugués, francés é inglés; «Oráculos de Talía»; «Recaredo»; «La verdad vence apariencias»; «Paul»; «Catalina»; «Baltasar», drama clásico, de argumento bíblico, quizás su obra maestra, que se representó con gran aparato escénico en 1848, y
