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MUJERES DE AMÉRICA

luna, deidad protectora de los Tupinambas. Si quieres conservar la vida, debes elegir una mujer para que sea tu compañera; y si juras ser fiel á las costumbres que nos rigen, serás admitido entre los hijos del gran Moulema, padre de la naturaleza. Te traigo á mi nieta Popilea, que es la mejor y la más hermosa de todas las vírgenes de nuestro pueblo, la cual te ofrezco para que la hagas feliz.

»Dicho esto, marchóse, dejando á la joven en mi cabaña.

»Sorprendido quedé con la proposición de Milco, y meditando instantáneamente sobre los peligros que me rodeaban, no acertaba á tomar una resolución capaz de salvarme.

»Mientras tanto, la joven parecía contenta de hallarse sola conmigo. Acercóse con mucho desenfado á la lumbre que había en el fondo de mi reducida estancia, encendió su pipa, sentóse á mi lado, dirigiéndome expresivas «miradas y me habló en estos términos:

»—Hombre blanco, he venido á verte para saber si puedo contar con tu amor. Desde que vivos entre nosotros, no he cesado de contemplarte con agrado, y mi único anhelo en el mundo consiste en poder ser tuya, librándote así del horroroso martirio que debes pronto sufrir. Si me quieres, te serviré mientras los dioses sustenten mis fuerzas, y si no consigo pertenecerte, he jurado matarme bebiendo