ra izquierda; constituyendo esta prenda típica un adorno que no todas saben aderezar con donaire, así como todas las andaluzas (las menos, dicho sea justamente) no tocan su cabeza con igual arte y gracia con la clásica mantilla.
La Leperita, luce su garbo y rumbo, en bailes y festejos, como el fandango ó el nacional jarabe, el Pascola (en occidente) el Palomo ó la Malobra, y en reuniones, llamadas en el país mariachus, en las cuales se cantan valonas y justicias, que recuerdan, por su ritmo y cadencia, las malagueñas españolas.
Después del período de emancipación del poder colonial, que duró del 1810 al 1824, experimentó el carácter de la mujer mejicana, profundas modificaciones, adquiriendo apacibilidad de espíritu, y desarrollándose su imaginación clara y serena.
En realidad, no existe en Méjico aristocrácia, propiamente dicha,