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GESTA

pulso, sin dirigirse una palabra, ni expresar un deseo con un signo siquiera, dos de los médicos, entreabriendo la puerta que daba al patio, dirigiéronse al jardín, de donde llegaba penetrante olor de violetas y alucemas. El tercero se acercó a mi lecho para darme una inyección. Cuando dió término á su tarea le agradecí con una mirada larga pero débil.

Entonces la compañera asídua del pobre enfermo se acercó á la cama y con su palabra de jóven, sonora y fresca, algo temblorosa pero sobreponiéndose á su dolor, como si supiera que así agradaría más, habló:

Hermano, dijo: tú has sido mi luz, mi guía. Tú has sido un bueno. Tú has tenido el impulso bravío de los fuertes espíritus. Has sido un rebelde por que eres un hombre superior. No has transigido con el medio; has apostrofado á los farsantes con los acentos soberbios de tu frase y, al arrancarles la máscara, has dejado sobre sus rostros de comediantes la marca de fuego, que quema siempre; tú has sido un noble; tú no tienes