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GESTA

nos Aires figuraba en su pensamiento como un recuerdo. Una cosa que había visto, una ciudad en la que había vivido. Ya no estaba en ella. Se consideraba á inmensa distancia, en tierras nuevas, desconocidas, lejos, muy lejos, ¡como que iba huyendo!...

¿Sufría? Ella no sabía cómo clasificar una especie de sentimiento muy íntimo que iba posesionándose de su sér. Era el dolor prematuro, la nostálgia anticipada de las cosas idas, de lo que se abandona para siempre, de lo que se ha perdido, de lo que no volverá á verse jamás, sabiéndose que existe. Era el dolor que sentimos por las cosas.

Había llegado á la dársena. El vapor esperaba. Su equipaje estaba allí junto con su amiga y cómplice, su compañera de viaje, la misma á quien Antonio pagara albergue y saciara el hambre, en tiempos de miseria y de abandono. Traidora también.