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ALBERTO GHIRALDO
del cielo. La simiente no sucumbe, la raíz queda en tierra y el retoño suele brotar con más empuje, con más poderosa fuerza de espansión.
Eso puede leerse en los semblantes de los trabajadores que abren el surco y arrojan el grano de trigo como lluvia de oro sobre el tajo anhelante hecho en la tierra virgen.
FIN