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ALBERTO GHIRALDO
gües resultados; y los que pierden, porque esperan eternamente el desquite.
—¡Van las tres últimas! Ante estas palabras se ven brillar con más intensidad todos los ojos; ante estas palabras se ven mover con apresuramiento de fiebre todas las manos. Los números se recargan. Muchos, pensando rehacerse de un solo golpe, arrojan el resto de su dinero a un número favorito ¡Allá vá! ¡Que el diablo se lo lleve!..... Y otra vez las voces fatídicas:
—¡Nadie más!
—¡Negro el 24!
—¡Diez plenos! esclama esta vez la voz ahumada, y el rastrillo del pagador pasa de nuevo barriendo ilusiones sobre la carpeta de colores...


