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EN LA RULETA

¡N

ADIE más!

¡Negro el 24!

Está libre,—exclama una voz ahumada, y el rastrillo del pagador pasa barriendo ilusiones sobre la carpeta de colores.

Y la rueda de la fortuna sigue dando vueltas con indiferencia estoica, mientras cien corazones redoblan sus latidos, mientras doscientos ojos, cansados por el insomnio, se revuelven rabiosos en sus órbitas, esperando ávidos, que la bolilla de marfil caiga en uno de sus círculos de metal blanco.