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ALAS...

¡F

uego! ha dicho una voz.

El miedo ha hablado. Y entonces,—piernas que mueve el espanto, corazones que tiemblan al unísono, manos que se alzan con el mismo ademán, ojos que miran sin ver,—el torrente humano se echa á la calle llenándola de alaridos.

Monton, masa, cosa con movimiento, que cruzas ciega, loca, haciendo estrepitar bajo la planta el pavimento sonoro, ¿adónde vás? Llevas ímpetu de torbellino y hay en tí algo de formidable y arrollador que te hace aparecer