Página:Gesta - Alberto Ghiraldo.pdf/104

Esta página ha sido validada
106
ALBERTO GHIRALDO

II

Esa noche tiene el mendigo un sueño horrible, tan horrible como la realidad misma. Es una vision dolorosa: Una cara de mujer, bella y triste, como si fuera la personificación del pesar, flotando en las tinieblas.

Aquella cara está como petrificada. Los labios, entreabiertos, no se mueven y del cuello blanco pende una cuerda en forma de lazo del que una mano oculta parece tirar formando nudo inviolable. Despues el mendigo vé algo más extraordinario aún. Un niño, con cara de hombre, que él conoce, se acerca á la efigie triste, corta la ligadura y entonces la boca aquella sonríe melancólicamente y habla.

El mendigo implora y los écos de un grito jigante repercuten en el patio del conventillo. ¡Perdon! ¡Perdon! dice