para crear voces nuevas, en vez de adoptar francamente las palabras castellanas y gitanizarlas con las inflexiones propias del caló. Citaremos un ejemplo para patentizar eso modo extravagante de inventar. Halló un literato de sangre blanca la palabra más ó ménos gitana mericlen, que significa coral. Puesto que en castellano doblando la r se forma otra palabra de muy distinto sentido, supuso el inventor que en caló debia acontecer lo mismo. Dobló, pues, la r de mericlen, y creó la palabra barbarísima merriclen, que se le antojó signíficaria corral.
Esos barbarismos son tales, que, si se hubieran generalizado y adoptado, habriase ya borrado completamente el lenguaje de los gitanos. Para éstos ha sido quizá una fortuna que su dialecto haya sido meramente hablado y no escrito, pues así ha podido preservarse de la corrupcion con que le habrian desnaturalizado los seudo-literatos de sangre blanca. Al revés en esto de los vascos, que han tenido hombres científicos y estudiosos, quienes han procurado ilustrar su idioma, nacido asimismo en las regiones del Asia,—aunque no de la familia indica, sino de la familia tártara,—los gitanos no han podido nunca entregarse á esa clase de estudios cuando la saña de los otros hombres los obligaba á pensar de preferencia en la propia seguridad y conservacion.
¡Pueda este ensayo que ahora publicamos dar orígen á obras más extensas, y despertar el gusto hácia un dialecto tan digno de fijar la atención del erudito cual otro cualquiera de los que se hablan en la península ibérica!