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»La pobre mendiga entra en esta casa para deciros vuestra buenaventura. (¡Las llamas devoren la casa y los que en ella moran!)

»Mi noble dama, (¡Mil serpientes te muerdan!) vuestro marido se halla ante los muros de Granada con el rey Fernando combatiendo al bárbaro Moro. (¡Alcáncele una bala y deshaga en mil trozos su cabeza!)

»Antes de tres meses estará de vuelta con veinte cautivos agarenos, ostentando en su cuello rico collar de acendrado oro, premio de su valor heróico. (¡Que cuando entre en casa se derrumbe un poste y su cuerpo aplaste!)

»Y á los nueve meses justos de su regreso, Dios os dará un hermoso niño, fruto merecido de bendicion por vuestro prolongado anhelo. (¡Que la sal que le pongan a1 bautizarle tenga veneno!)

»Vuestra mano, señora, vuestras manos, doncellas; mostradme vuestras palmas, que á todas pueda decir la ventura que os espera. (¡Que un rayo sea el que espere para consumiros á vosotras todas!)

»Mas permitidme antes cantar la canción de Egipto para que el espíritu de la sabiduría caiga de lleno sobre la pobre vagabunda.»

Y diciendo esto, la gitana cambia súbitamente de expresion. Antes su lenguaje, aunque rápido, era acompasado, sin violentas inflexiones. Pero comienza á entonar su voz, á agitar sus miembros, á lanzar agrestes miradas.

Su acento es desconocido, sus posturas son singulares, sus ademanes causan pavor.

Acompaña su cántico con las manos, bien batiendo ámbas palmas, bien apoyándolas sobre sus dos caderas.....

Ya se cantonea, ya trenza los piés, ya se alza sobre las puntillas, ya se dobla á derecha é izquierda, ya salta en mil giros diversos.