blos que las emplean, sólo se han deducido, como hemos dicho, conjeturas artificiosas para descubrir la fuente de esa raza singular.
Los gitanos entre sí, en los diversos países que habitan, y más especialmente en España, se dan el nombre de Zincalés, que puede muy bien ser otra diversa forma de pronunciar la misma palabra, ó quizá la propia y primitiva apelacion, esto es, atezados del Zind, hombres morenos que habitan el rio Zind, Sind, Ind ó Indo, al Oeste de la península índica.
Esta última interpretacion adquiere sin duda mayor fuerza por una analogía—que luégo explicaremos—que las que se fundan en el nombre del rio Ciga en España (mencionado por Lucano) para asignar allí la patria original de los gitanos, ó en el de una provincia antigua de Africa llamada Zeugitana, ó el de Singara, ciudad de Mesopotamia, ó el de Zigera, pueblo de la Tracia. Tambien, sin buscar punto determinado las interpretaciones han ido á fijarse en apelativos más generales, como los de la Mauritania-Tingitana en Africa, la comarca de Zigier en el Asia Menor, y los herejes griegos Atinganes. Asimismo, dejando los nombres de lugares y naciones, la fecunda imaginacion de los discursistas ha encontrado que cierta horda del campo del Gran Tamorlan en 1401 estuvo bajo las órdenes de un tal Cingo, de donde proviene llamarse gitanos á los que la componian.
Al lado de todas estas suposiciones, muestra sólamente de las muchas que se han fundado dando tortura al nombre, puede mencionarse que el autor oriental Arabschah, biógrafo de ese mismo Timur-Lenk ó Tamorlan que hemos citado, habla de cierta astucia empleada por dicho emperador del Mogol para deshacerse en su ciudad de Samarcanda de los Zíngaros revoltosos, cuya descripcion corresponde á la de los gitanos actuales, y cuyo incidente tuvo lugar