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tilizado por el ejercicio de su misión, orijen frecuente de agotamientos nerviosos y de otros males, no le permiten costear la vida.

La profesión carece, pues, de halagos y de horizontes; y como es fundamental para el desarrollo del país, forzoso es convenir que toda acción de los poderes públicos para mejorar la condición moral y material de la carrera, determinará un levantamiento inmediato del nivel escolar argentino.

Pero existen, además, causas administrativas que contribuyen á esterilizar las esperanzas fundadas en el magisterio. Los maestros, por lo menos los de esta capital, carecen de tiempo y de medios para extender y renovar su preparación y sus recursos docentes. Desde las 7 de la mañana hasta las 12 y desde la 1.30 hasta las 5 p. m. están los maestros en la escuela, inclusive el tiempo empleado en la calle, pues cuatro veces van y regresan. Deben recogerse temprano para estar listos á primera hora al día siguiente, con su imaginación fuerte y fresca, y como los sueldos son exiguos, los maestros deben atender, además, á no pocas labores personales y domésticas. Agregúese el cultivo de un grupo de relaciones, y entonces surje esta pregunta: ¿en qué tiempo, si no es sacrificando el reposo dominical, necesario, higiénico y moralizador, pueden los maestros seguir el voluminoso y admirable desenvolvimiento de la educación universal y propia?...

Si dispusieran de algunas horas libres, sus esca-