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los impios obstinados
convertirse contemplo,
volviendo de rodillas á tu templo.
Entonces, Señor, muera
la muerte que los justos han pasado,
y sea de manera,
que mi fin recontado
se vea ser el suyo figurado.



N°. 82.°


Ay dulces soledades!
adonde goza el alma recogida
libre de adversidades,
de una tranquila y apacible vida:
dichosos los que os siguen
pues tantos bienes á la fin consiguen!
Cuan bien aventurados
pueden llamarse los que las habitan,
pues libres de cuidados
jamas á sus afectos precipitan
mundanas pretensiones,
ni hidrópicos deseos de ambiciones.
No envidian la grandeza,
ni las humanas glorias apetecen,
adonde no hay firmeza,
pues todas con el tiempo al fin perecen,
y el cetro del monarca
viene á igualarse con la humilde abarca.
Con esperanza incierta
de momentáneos y mentidos bienes,
anda de puerta en puerta
el pretendiente, expuesto á mil vayvenes,
y al fin de bien cansado
le viene á hallar la muerte mal premiado.

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