3. Hirundo melampyga Licht. ó sea H. cyanoleuca? Vieill., lám. XX, fig. 3.
No puedo comprender, como Desmurs haya podido colocar esta avecilla en el jénero Cypselus, puesto que este tiene todos los cuatro dedos dirijidos hacia adelante, carácter tan fácil de observar, mientras la H. melampyga tiene como las demás golondrinas sólo 3 dedos dirijidos adelante i el pulgar dirijido atrás.
Casi todos los autores consideran la H. melampyga de Lichtenstein como un simple sinónimo de la H. cyanoleuca Vieill. que es una ave del Paraguai. La golondrina del Paraguai tiene según 'Veillot, «Nouveau Dictionnaire d'Histoire naturelle» las cubiertas inferiores de la cola negras. Taczanowski dice en la «Ornithologie du Pérou» que son negros con brillo de acero azul. Sclater dice de la golondrina cyanoleuca de la República Arjentina que las cubiertas inferiores de la cola son igualmente negras, «under tailcoverts black»; en nuestra H. melampyga de Lichtenstein estas cubiertas son blancas con la punta negra; véase nuestra figura, lám. XX, 3, a) pluma de la cubierta de la cola del macho, b) de la hembra, c) del pájaro joven. Desgraciadamente no tenemos un ejemplar típico de la 'H. cyanoleuca del Paraguai, quizás un examen comparativo del paraguaio i del chileno mostraría otras diferencias á más del diverso color de las cubiertas caudales inferiores. Para edificación del estudiante daré aquí la sinonimia completa de Hirundo cyanoleuca:
Hirundo cyanoleuca Vieill.
Hirundo" melampyga Licht.
Chelidon cyanoleuca Boie.
Atticora cyanoleuca Cab., Burm., Sclat.
Herse cyanoleuca Bonap.
Petrochelidon cyanoleuca Sclat. Catal. Amer. Birds.
Pygochelidon cyanoleuca Gray. Handl. Birds.
Cypsclus cyanoleucus Desmurs.
Como se vé, esta especie ha sido colocada por diferentes ornitólogos en 7 jéneros, de los cuales 5 son simples dismembraciones de Hirundo. ¿A donde llegaremos si esta fabricación de nuevos jéneros continúa? Si tiene sus ventajas en algunos casos, en la mayor parte de los casos es evidentemente dañina, sobretodo para las personas, que no aspiran á ser profesores siendo evidentemente un gran recargo de la memoria. No debemos olvidar que las ciencias no son únicamente para los adeptos, sino también que deben jeneralisarse. Cuando quise en 1830 hacer mi primer viaje á Italia, me informé antes sobre lo que habría que ver en la naturaleza i en los Museos de historia natural de aquel pais i leí entre otros libros uno de Enrique Bronn en el cual describe su viaje al sur de Francia i al norte de Italia i encontré en él el pasaje siguiente: «Cuando en Francia se quiere avaluar el mérito de un zoólogo ó botánico se pregunta: combien de nouveaux genres a-t-il fait?» lo que ya entonces estrañé mucho aunque tenía sólo la edad de 22 años.