• — 8 C 2 — Pasó entonces á Francia donde estuvo poco tiempo, regre- sando á América para vivir al lado de sus padres. Hallábanse establecidos éstos en la ciudad de Buenos-Aires, muy agitada á la sazón, y Bilbao no pudo permanecer indiferente, ni man- tenenerse alejado de la lucha, ni considerarse extraño en las cuestiones dé interés humano y universal que exaltaban los ánimos de toda la República Argentina. Escribió de nuevo contra el clericalismo, huyó de Buenos-Aires para evitar sañudas persecuciones y anduvo errante algún tiempo á la espectativa de algún cambio. Apaciguadas un tanto las pasiones políticas, entró nueva- mente en Buenos-Aires, donde vivió consagrado al estudio de complicados problemas sociológicos. Dejó algunos escritos, en los que aparece tan intransigente en sus ideas como lo fué en sus costumbres. Radical exaltado y convencido librepen- sador, no fué sin embargo materialista ni ateo. Muchas veces la calumnia, queriendo hallarle su flaco, le •llamó díscolo, insensato y ambicioso ; nunca sus más enco- nados detractores se atrevieron á negarle acrisolada honradez y pureza de costumbres. Se puede decir que fué el iniciador del racionalismo en las antiguas colonias españolas, educadas por la inquisición y el jesuitismo. La figura de Bilbao parecerá más grande á medida que transcurra el tiempo. Murió cuando todavía estaba en condiciones de ser útil á la humanidad; tenía 42 años. »
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