á interrumpir sus estudios regulares para desempeñar un destino muy modesto. Bello no lo obtuvo por favor, sino por concurso. El capitán general de Venezuela dispuso que todos y cada uno de los aspirantes redactasen una memoria sobre cierto asunto concreto y determinado; la de Bello fué la mejor de todas y el empleo disputado le fué justamente concedido.
Los antepasados de Bello procedían de las islas Canarias, y nuestro joven poseía las cualidades que suelen distinguir á los isleños: asiduidad constante en el trabajo, incansable celo en su labor y energía moral superior á todos los desfallecimientos. No heredó las fuerzas físicas de los canarios, pero sí la fuerza de voluntad y la constancia. Por eso trabajó toda su vida, como los de su raza, no en las rudas faenas de la mar ó de la agricultura, que son las habituales de los insulares en América, sino en las propias de su entendimiento y de su constitución. Tan débil era ésta, que Alejandro Humboldt aconsejó á su familia, interesándose por la salud del joven, que no le dejaran estudiar con aplicación tan desmedida.
Estudió, no obstante, con ahinco, estudió siempre, y bien puede asegurarse que consagró su vida entera al estudio.
En su juventud, sin desatender sus labores de empleado, aprendió las lenguas vivas sin maestro alguno y sin otra base que el latín aprendido en el convento, aprendió la lógica del lenguaje, aprendió sólo cuanto por entonces constituía la ciencia filológica, ciencia que estaba en su infancia y que él supo cultivar con aprovechamiento.
Por necesidades de su empleo, tanto quizá como por afición, hizo un estudio prolijo de la administración hispano colonial y de las leyes de Indias. Al mismo tiempo devoraba las publicaciones filosóficas y, las novedades literarias de su tiempo, siéndole familiares todas las obras de los enciclopedistas. Y con todo, le quedaba tiempo y lo utilizaba con general provecho dando lecciones de gramática, retórica y filosofía. De los jóvenes que fueron sus discípulos hubo algunos que después brillaron en su patria y viven en la historia, entre ellos Simón Bolívar.
Además era poeta; y como no se daba instante de reposo ni momento de vagar, componía versos magníficos para solaz ajeno y placer propio; sus versos eran leídos con