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derrota siguió la proscripción del jefe liberal, que vivió emigrado en el Perú hasta 1842.

Su estancia en Lima le valió el ser acusado en Chile de prestarse torpemente á servir de instrumento á los políticos peruanos. Esta acusación tenía su origen en la circunstancia de haber encabezado alguna expedición de aventureros chilenos, sin más objeto que disputar el poder á los que lo detentaban. Fueron vanos todos sus esfuerzos; el partido liberal, haciendo justicia á sus rectas intenciones, le otorgó sus mayores simpatías, mas no secundó sus planes.

Gobernaba en Chile un hombre como Portales, que tenía condiciones de verdadero estadista y era la gran figura del partido conservador chileno. Los esfuerzos de los conspiradores se estrellaron en la decisión, la entereza, la previsión de aquel hombre de Estado, que al fin murió asesinado cobarde y villanamente, pero sin que Freire tuviese parte ninguna en la conjuración que le arrebató la vida. En esta parte se hizo completa justicia el caudillo emigrado, que trabajaba ciertamente contra la paz pública y ambicionaba el poder, no para sí propio sino para su partido, pero no se mezcló nunca en planes homicidas ni en conjuraciones tenebrosas.

Portales, víctima sacrificada á las disensiones intestinas, puso los cimientos de la prosperidad, los sólidos fundamentos del bienestar nacional, con su honradez y economía en la gestión financiera. Se esmeró además en respetar las leyes; se le tuvo por autoritario, solamente por su afán de tener á raya á los conspiradores y por su celo en mantener constante el orden público. Su único error fué no aceptar el sistema federativo defendido por Infante, que era de fijo tan conservador como él, pero tenía un conocimiento más exacto de la ciencia política, de los peligros de la centralización y de la conveniencia de imitar á los Estados Unidos más bien que al Paraguay, á los hombres de Wáshington y no á los jacobinos.

Hemos citado á Portales, por la influencia que tuvo en la vida del general Freire. Éste no pudo hacer nada ni logró la realización de sus intentos, porque se medía con un adversario políticamente superior.

Freire vivió tranquilamente en el seno de su patria desde