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sobreviva cuando se desvanezcan en la sombra de los siglos todas las impurezas de la realidad.
Un pueblo tan grande, civilizado y culto como el pueblo francés, parece haber perdonado á Thiers sus carnicerías humanas porque cree que con ellas fundó la República y aseguró a paz. Las víctimas de Artigas y de sus hordas, aumentadas con las de Rivas y todos los tiranos de América, no sumarán la horrible cifra de 40,000 personas sacrificadas en Francia la semana terrible.
Dejamos, pues, á la posteridad la sentencia definitiva, el juicio final sobre Artigas y su tiempo.