críticas de los que no podían creer en la inspiración de un corcovado, hubieran bastado para que otro cualquiera cortara de raíz su comercio con las musas; pero Alarcón era poeta de veras y no se desalentó por ningún género de burlas ni sarcasmos. Así, pues, enriqueció la dramática española con multitud de piezas que, si por el número dan testimonio de la labor y fecundidad del poeta, por la calidad le ponen al nivel de las grandes figuras literarias.
Las comedias más conocidas de Alarcón son las siguientes:
- Los engaños de un engaño.
- La hechicera.
- Antes que te cases mira lo que haces.
- La culpa busca la pena y el agravio la venganza.
- Dejar dicha por más dicha.
- El tejedor de Segovia.
- Don Domingo de Blas.
- Dar con la misma flor.
- Ganar perdiendo.
- Los dos locos amantes.
- Lo que mucho vale poco cuesta.
- No hay mal que por bien no venga.
- Nunca mucho costó poco.
- Por mejoría.
- Quién engaña más á quién.
- Quien mal anda mal acaba.
- Quien priva aconseje bien.
- Siempre ayuda la verdad.
- La suerte y la industria.
- También las paredes oyen.
Por último, la obra maestra y capital de Alarcón (á juicio de algunos críticos de reconocida autoridad) que es La verdad sospechosa.
Uno de los más notables biógrafos de Alarcón, poeta dramático también y literato eminente [1], escribe lo que copiamos á continuación:
«Corneille, que tradujo en parte y en parte imitó La verdad sospechosa, solía decir que daría dos de sus mejores