miento de esa división intervino en la reñida batalla del Sauce, el 23 de diciembre de 1870, y el 18 de diciembre del año siguiente mereció ser ascendido a sargento mayor graduado.
El gobierno usurpador de 1875 lo tuvo a su servicio y le dió la efectividad de sargento mayor el 28 de mayo. El dictador Latorre lo elevó a teniente coronel graduado el 3 de agosto de 1876; el presidente Vidal lo hizo efectivo el 26 de abril de 1880 y coronel graduado el 19 de mayo de 1881; Santos le dió la efectividad del coronelato con fecha 24 de febrero de 1883; el presidente Tajes le otorgó las palmas de general de brigada el 26 de febrero de 1890 y en agosto del mismo año legó a general de división, en la presidencia de Herrera y Obes.
Una foja de servicios asi, es prueba concluyente de que Melitón Muñoz encontró modo de componérselas de buena manera con los distintos gobiernos que se sucedieron en el país, poniendo a servicio de ellos, en la paz o en la guerra, toda la gente de campo de Canelones que acaudillaba.
Poseía Melitón Muñoz, en efecto, un notable ascendiente sobre estos labradores, poco belicosos por natural, pero los cuales, reclutados a la fuerza, venían a formar la División del Departamento en cuanto el orden público se alteraba. Sabedor de los hábitos y mañas de sus subordinados, Muñoz los manejaba a su voluntad y los tuteaba a todos, lo mismo fuesen oficiales que soldados, conociéndolos como los conocía de padres a hijos.
En la paz, sus hombres eran otros tantos votantes con los cuales ganaba infaliblemente las elecciones, apoyando la lista del Superior Gobierno.
Tal era su situación político-militar cuando sobrevino la guerra civil de 1897, donde le cupo participar por incidencia. En los sucesos políticos de 1898, estuvo al lado de Juan L. Cuestas, el cual, al disolver la Asamblea Nacional el 10 de febrero, creando por decreto para sustituirla un Consejo de Estado, reservó al general Muñoz — para que aportara su concurso al cuerpo colegislador — el 13° puesto entre los 58 atribuidos a los colorados. Cuando los nacionalistas, con Aparicio Saravia a la cabeza, se sublevaron en 1904 contra el presidente Batlle y Ordóñez, el general Muñoz recibió el mando de un pequeño ejército de las tres armas, mando que un militar a la antigua, viejo, analfabeto y fuera de actividad desde largo tiempo atrás, no podía desempeñar satisfactoriamente.
Por mala suerte suya, entre los oficiales a sus órdenes contábanse algunos más afortunados en las promociones que de verdadera eficiencia militar, y así las cosas, Muñoz fué enfrentado repentinamente en la madrugada del 30 de enero, en Fray Marcos, cerca del rio Santa Lucia, por el grueso del ejército revolucionario, en rápida modificación de su ruta hacia el sur. Trabado el comba-