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trajo — a la bancarrota y al curso forzoso, el ministro hubo de compartir críticas acerbas y ataques desconsiderados, hasta el día de su dimisión el 2 de marzo de 1891.

Representante por el departamento de Colonia el mismo año y senador por Flores en 1892, Montero figuró como candidato a la Presidencia de la República, sucesor del doctor Julio Herrera y Obes, en la famosa lucha electoral de 1894.

No era por su limitado volumen político, hombre para tan alto cargo, pero es posible, también, que en la campaña electoral llamada de los 21 días, nunca pasara de un candidato de concentración partidaria, — mantenido mientras aparecía la solución — sin probabilidades de triunfo no obstante los 40 votos obtenidos en 39 escrutinios consecutivos.

Terminado su mandato senaturial, vino a la Cámara de Diputados votado en Flores en 1897 y entablada la lucha entre la Asamblea General que se negaba a prolongar el gobierno de Juan L. Cuestas, presidente del Senado, y éste, empeñado en continuar gobernando, Montero prefirió caer con dignidad por el golpe de Estado del 10 de febrero de 1898, antes que ceder a las imposiciones de quien era dueño de la fuerza.

Llevado más tarde a la presidencia del Consejo de Administración de la Luz Eléctrica, una vez que ésta fué nacionalizada, dejó de existir en el desempeño del cargo el 24 de mayo de 1900.


MONTERO, JOSÉ MARÍA

Famoso Ministro de Gobierno de la dictadura de Latorre. Era un hombre de elevada estatura, esbelto, bien parecido, de inteligencia clara y actividad febril. Carecía de estudios ordenados y serios, y “sus opiniones — escribió Julio Herrera y Obes — eran intransigentes y exaltadas, pero había en su exaltación algo de exagerado y artificial, que sonaba a falso y permitía presentir aquel demagogo al futuro ministro del dictador”.

Nacido en Montevideo el 15 de junio de 1836, se inició en la política junto a los colorados conservadores, y fúe colaborador de “El Siglo”, donde suplió más o menos, alguna vez a los directores encarcelados o desterrados.

Cuando la revolución de Flores emigró a Buenos Aires, y allí fué a dar, nuevamente extrañado, durante la administración del general Lorenzo Batlle.

Al regresar a Montevideo aceptó un cargo administrativo, sin perjuicio de dedicarse al comercio con un gran establecimiento moderno de panadería, al que no escatimaba reclame, Las galletas Méjico y Numancia y los bizcochos de Oriente, se hicieron populares.

Mientras tanto, habíase alejado de la fracción conservadora y no vaciló en integrar la Junta E. Administrativa de Montevideo, después de los sucesos escandalosos del 15 de enero.

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