para especializarse luego en contabilidad y comercio,
Tomó parte en la revolución conservadora de agosto de 1855, y se afilió más tarde a la “Unión Liberal”, para volver al fin al Partido Blanco a que había pertenecido y pertenecería después toda su vida.
En el gobierno de Pereira fué oficial 1° de la Jefatura de la capital, puesto que dejó por una diferencia con el coronel Pedro P. Bermúdez.
En 1860 se le designó oficial 1° del Ministerio de Relaciones Exteriores, ascendiendo a Oficial Mayor en diciembre de 1861. En el interinato de gobierno de Tomás Villalba, el 15-21 de febrero de 1865, llegó a autorizar todas las resoluciones del Poder Ejecutivo a falta de ministros y estuvo en esas funciones, especie de Secretario General, hasta que Flores quedó vencedor asumiendo el poder.
Truncada por muchos años su carrera administrativa a la caída del Partido Blanco, fué designado en 1877 Secretario de la Dirección de Correos y Telégrafos, cargo en que se jubiló en 1884.
El paso de Ramón de Santiago por el Instituto Postal, quedó señalado, aparte el conjunto de labor inteligente y asidua — por la compilación que llevó a cabo de la notable Memoria correspondiente a los años 1879-80. Totaliza esta obra más de mil trescientas páginas ilustradas con un Plano Postal de la Capital y una Carta Postal de la República, trabajos ambos del ingeniero Aquiles Monzani.
Enumeradas sus tareas burocráticas, corresponde hablar de su labor de periodista, que es larga y nutrida, dejando para el final sus trabajos literarios e históricos.
Estudiante todavía fundó —con varios compañeros — el periódico “Eco de la Juventud Oriental” (1854). Al año siguiente escribió en “El Orden” junto con J. J. Barboza y en un efímero “Diario de Avisos”, que apareció en 1856. El mismo año asumió con Pintos la redacción de “La República” y colaboró en el periódico satírico “El Tío Melenas”.
Asociado con Federico de la Barra dió a publicidad “El Plata” en mayo de 1864 y al triunfo de los colorados hizo oposición en “La Reforma Pacifica”.
En agosto de 1865 redactó una hoja, “El Correo”, abandonada pronto para marchar a Durazno, donde se le daba la gerencia de la sucursal del Banco Italiano. Al regresar a Montevideo (1870), se dedicó a otra clase de literatura más reposada y sólo en sus últimos años formó en la redacción de “El Telégrafo Marítimo”, de que era redactor principal su hermano, el D. Julián De Santiago.
Cultivó la poesía con cariño y con éxito, ceñido, como es natural, a los cánones que imperaron en su tiempo, y aunque no reunió sus versos en un libro, algunas de sus composiciones han tenido una vida superior a muchos libros. Suya es, en efecto, “La loca del Bequeló”, poesía arraigada en el corazón del pueblo