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cho general por decreto de 8 de febrero — para jefe de Estado Mayor del Ejército del Norte comandado por el general Máximo Tajes. Con este nombramiento, a la vez que podía utilizar los servicios de un jefe muy conocedor de la zona de campaña donde se esperaban las operaciones, Tajes lo tenía a la vista, cuando tanto se murmuraba que el coronel Gregorio era un secreto simpatizante de la causa revolucionaria. Especie que nada serio acreditaba, desde luego, esta creencia llegó a ser una versión animadora corriente.

Después de vencida la revolución en la batalla de Quebracho el 31 de marzo del propio año 86, Castro, promovido a general de división desde el 23 de agosto de 1890, vivía en la ciudad del Salto retirado de todas las actividades, vencido por su edad, sus serios achaques y sus cataratas, Nada obstó, sin embargo el plan del presidente del senado Juan L. Cuestas, de irlo a buscar a su tranquila casa salteña, y hacerlo — el 21 de diciembre de 1897-— el Ministro de Guerra y Marina que necesitaba para refrendar el decreto de 10 de febrero de 1898 que disolvía la Asamblea Nacional, empeñada en negarle sus votos para presidente efectivo.

El anciano general, a quien literalmente condujeron a Montevideo, pues a la escasez de luz de sus ojos, se añadía, ya entonces, la escasa luz cerebral, firmó en barbecho y a tientas aquel histórico decreto y todos los que se le pusieron por delante, traído y llevado al despacho ministerial, a las ceremonias ofíciales o sacado a la calle cuando la sublevación militar del 4 de julio, sin aptitud para dar razón concreta de sus hechos ni de sus acciones. Mientras tanto, la opinión popular, con un sentimiento de lástima, descartaba de responsabilidad al viejo, valiente y buen soldado en todas aquellas maniobras de la política,

A los siete meses no cumplidos, el 16 de julio del 98, Castro fué sustituido en el gabinete y pasó como ministro al Tribunal Militar de Apelaciones por decreto de 8 de agosto. Magistrado nominal, como cabe suponerse, permaneció allí hasta el 9 de enero de 1904, y vino a fallecer en Montevideo el 6 de febrero de 1907.


CASTRO, JUAN JOSE

Ministro y funcionario público, uno de los más capacitados y estudiosos ciudadanos que haya tenido a su cargo la cartera de Fomento, denominación antigua del Ministerio de Obras Públicas.

Hijo del general Enrique Castro y de Ana Salinas, de Mercedes, había nacido en Concepción del Uruguay — República Argentina — el 25 de noviembre de 1854, en días de emigración de su padre. Ciudadano legal por la constitución, obtuvo la carta correspondiente en marzo de 1887.

Estudió en Montevideo recibién-

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