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plara por los coroneles y caudillos electorales del departamento.

Vino a fallecer en Montevideo el 18 de mayo de 1886 — figura un poco olvidada, como se puso de manifiesto con motivo de su entierro — uniendo a su dignidad en el clero nacional, el título, poseído de largo tiempo, de Canónigo Magistral de la Catedral de Paraná.


BRIE, JUAN Baustista

Médico de origen francés, convertido en militar por imposición de los sucesos en días de la Defensa de Montevideo.

Vasco, nacido en San Juan de Port, Bajos Pirineos, en 1797, hizo estudios de medicina en la Universidad de Montpellier, y llegó al Río de la Plata juntamente con un hermano de nombre Hipólito.

Avecindado en Montevideo, revalidó su título ante la Junta de Higiene Pública, y en la lista de facultativos nacionales publicada el 19 de marzo de 1839, aparece figurando como doctor en medicina.

El ejercicio de la carrera no le impidió dedicarse a las actividades más productivas del comercio y llegar a ser socio principal de la firma Ribas y Brié.

No desinteresado por las graves dificultades suscitadas en la capital en el período de organización de las legiones, tampoco habíase mezclado el doctor Brié en tan delicado asunto, cuando el coronel Thiebaut vino a pedirle que se incorporase a la Legión Francesa, para formar en el Batallón de Vascos que iba a crearse, pues lo consideraba el único hombre capaz de unir a su alrededor la voluntad de todos los paisanos.

Elegido capitán de la 1ª compañía de Cazadores Vascos, pasó luego a ser comandante del Batallón de Vascos N° 3.

Poseía Brié sin duda alguna natural espíritu de soldado, pues pronto pudo tener a sus órdenes un hermoso plantel de voluntarios, cuya manutención y sostén muchas veces estuvo a cargo de su bolsillo, pues la miseria del gobierno era desoladora.

En la expedición del general Rivera al litoral del Uruguay en 1848 marchó Brié al frente de sus Cazadores, y con ellos hallóse en el ataque a Paysandú en diciembre del mismo año.

La resistencia firme de la guarnición oribista comandada por el catalán comandante Felipe Argentó hizo que los expedicionarios tuviesen que emplearse a fondo y en tales circunstancias los Vascos sintieren bien el peso de la lucha.

Con una pierna quebrada por un balazo que le acertaron al principio del combate, se mantuvo no obstante junto a los suyos hasta la rendición del pueblo, y vió morir a su hermano Hipólito, capitán de la compañía de Granaderos, al que una bala de cañón le deshizo la cabeza.

Después de concluida la Guerra Grande por el tratado de paz de 8

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