militones. Por lo demás, era hombre de carácter duro y con una pasta de interesado y negociante similar a la del general entrerriano Justo José de Urquiza, su compadre y su gran amigo.
Nombrado comisario de Pando en agosto de 1853, se mantuvo en el cargo con breves soluciones de continuidad hasta que, por haberse plegado al movimiento revolucionario del general César Díaz, fué dado de baja del ejército el 15 de febrero de 1858, como sargento mayor graduado, jerarquía obtenida el 29 de febrero de 1856.
En Entre Ríos, donde buscó refugio, se puso a servicio de la Confederación en las luchas contra Buenos Aires y por su distinguida conducta en la batalla de Cepeda, Urquiza le obsequió un sable que había pertenecido al general Fructuoso Rivera.
Aunque militante contra el general Venancio Flores en la Argentina, Borges lo acompañó en la revolución que éste trajo al país en abril de 1863, con una cincuentena de oficiales y soldados reunidos en Corrientes, que vadearon el Uruguay por la barra de Itacumbú, departamento de Salto, el 4 de mayo. Al triunfo de la revolución en 1865, Flores lo hizo coronel el 19 de mayo y coronel mayor el 15 de junio, y aunque marchó a incorporarse y se incorporó al ejército de operaciones contra el Paraguay, no fué más allá de Uruguayana.
En la lucha presidencial por la sucesión del general Flores propició la candidatura de José Cándido Bustamante, con entusiasmo suficiente para instigar una pueblada en la capital.
Comandante militar de Paysandú, nombrado el 7 de junio de 1869 en el gobierno del general Lorenzo Batlle, en tiempo en que el general Francisco Caraballo se alzó en armas, hubo de revocarse el nombramiento una semana después ante la actitud de Borges favorable al jefe rebelde. Borges por su parte intentó reunir gente, pero convencido de que habían fracasado los planes subversivos pasó a Entre Ríos donde el compadre Urquiza le dispensó cordial acogida a su viejo amigo.
En la guerra civil de 1870-72, durante la cual el gobierno de Batlle vióse enfrentado a una poderosa revolución blanca del coronel Timoteo Aparicio, el general Borges tuvo el mando de las fuerzas movilizadas en Paysandú. Rindió servicios de buen militar en el combate de Severino, el 12 de setiembre del 70 y tuvo a sus órdenes la izquierda, en la victoria del Sauce, el 25 de diciembre del mismo año. Aparte de esto mostróse calculador, tortuoso y díscolo, por lo cual tanto él como Francisco Caraballo, están involucrados, y entre los primeros, en el amargo reproche de un contemporáneo referido a los generales del gobierno “que comprometieron el éxito de una lucha de vida o muerte para el país, a sus caprichos, a sus rencillas personales, a sus ambiciones y a sus miserias”.