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jefatura del N° 2, permaneciendo allí hasta que el Gobierno Provisorio que sustituyó al presidente Giró, interinado por el general César Díaz, dispuesto a aumentar la fuerza regular del ejercito, creó un nuevo batallón con el número 3, nombrando a Eugenio Abella para comandarlo con encargo de proceder inmediatamente a su organización e instrucción, el 30 de noviembre de 1853.

El 15 de febrero de 1854 ascendió a teniente coronel y al crearse el 2° escuadrón de caballería de línea el 27 de marzo de 1854, se le nombró su jefe, con la misma fecha. En estas circunstancias, los acontecimientos políticos de agosto-setiembre de 1855 hallaron a Eugenio Abella en la Villa de Salto y cuando la población se pronunció por la causa de los conservadores y el gobierno de Luis Lamas, Abella adhirió al movimiento el 7 de setiembre.

Desconocida la autoridad del jefe político coronel Miguel Nieto por la Junta E. Administrativa salteña que reasumió la plenitud de la soberanía, nombró al comandante Abella jefe de todas las fuerzas militares existentes en el departamento y de las que se crearan y fué puesta la villa en condiciones de defensa. Terminado el conflicto, la población nacional y extranjera del Salto premió la conducta observada por el comandante interino, ofreciéndole una espada de honor.

Adicto al general César Díaz, en la triple calidad de subalterno, correligionario y amigo, tenía que ser de sus compañeros, como fué, en el movimiento revolucionario que aquel distinguido militar encabezó contra la pésima administración de Pereira en diciembre de 1857.

Por tal causa se le dió de baja por rebelde y fué radiado de los cuadros del ejército el 15 de enero de 1858. Vencida la revolución y depuestas las armas bajo la fe de una capitulación en el Paso de Quinteros el 28 de enero, el gobierno, violando el convenio que garantizaba a los vencidos su vida y su pase al Brasil, ordenó la muerte del general César Díaz y de todos los jefes que lo acompañaban.

Abella fué fusilado a las 2 de la madrugada del 2 de febrero, ya en camino de Montevideo, en la costa del arroyo Tala.

Como después de las bárbaras ejecuciones se propaló la especie de que el comandante Abella había logrado escapar con vida, originóse de esta falsa suposición el doloroso episodio de que su joven y desolada viuda, Margarita Peyrallo, retirada a una quinta del Paso de la arena en las cercanías de Montevideo, esperase a su marido día y noche por meses consecutivos, aferrada irreductible a la esperanza.


ABREU, CIPRIANO

Militar que tuvo actuación saliente en el período de gobierno del general Santos, en la cual entre otros destinos desempeñó la jefatura del Batallón 5° de Cazadores, famosa