Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/94

Esta página no ha sido corregida
94
Domingo F. Sarmiento

dispusiese; él jugaba cuarenta horas y más consecutivas; él no estaba turbado por el. lerror, y él podía mandar azotar ó fusilar á sus compañeros de carpeta, que muchas veces eran hombres comprometidos. He aquí el secreto de la buena fortuna de Quiroga. Son raros los que le han ganado sumas considerables, aunque sean muchos los que en momentos dados de una partida de juego han tenido delante de sí pirámides de onzas ganadas á Quiroga; el juego ha seguido, porque al ganancioso no le era permitido levantarse, y al fin, sólo le ha quedado la gloria de contar que tenía ya ganado tanto y lo perdió en seguida.

El juego fué, pues, para Quiroga una diversión favorita, y un sistema de expoliación. Nadie recibía dinero de él en La Rioja, nadie lo poseía sin ser invitado inmediatamente á jugar, y á dejarlo en poder del caudillo. La mayor parte de los comerciantes de La Rioja quiebran, desaparecen, porque el dinero ha ido á parar á la bolsa del general; y no es porque no les dé lecciones de prudencia.

Un joven había ganado á Facundo cuatro mil pesos, y Facundo no quiere jugar más. El joven cree que es una red que le tienden, que su vida está en peligro. Facundo repite que no juega más; insiste el joven atolondrado, y Facundo condescendiendo, le "gana» los cuatro mil pesos, y le manda dar doscientos azotes por bárbaro».

Me fatigo de leer infamias contestes en todos los manustritos que consultó. Sacrifico la relación de ellas á la vanidad de autor, á la pretensión literaria. Si digo más los cuadros me salen recargados, innobles, repulsivos.

Hasta aquí llega la vida del comandante de campaña; después que ha abolido la «ciudad», la ha suprimido. Facundo hasta aquí es como todos los demás, como Rosas en su estancia, aunque ni el juego ni la satisfacción brutal de todas las pasiones lo deshonrasen tanto antes de llegar al poder. Pero Facundo va á entrar en una nueva esfera, y tendremos luego que seguirlo por toda la República, que ir a buscarlo en los campos de batalla.

¿Qué consecuencias trajo para la provincia de La Rioja la destrucción del orden «civil?» Sobre esto no se razona, no se discurre. Se va á ver el teatro en que estos sucesos se desenvolvieron, y se tiende la vista sobre él: ahí está la respuesta. Los Llanos de la Rioja están hoy desiertos, la población ha emigrado á San Juan, los alji-