Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/89

Esta página no ha sido corregida
89
Facundo

Si La Rioja, como tenía doctores, hubiera tenido estatuas, éstas habrían servido para amarrar los caballos.

Facundo deseaba poseer, é incapaz de crear un sistema de rentas, acude á lo que acuden siempre los gobiernos torpes é inbéciles. Mas aquí el monopolio llevará el sello de la vida pastoril, la expoliación y la violencia. Rematábanse los diezmos de La Rioja en aquella época en diez mil pesos anualmente: este era por lo menos, el término medio. Facundo se presenta en la mesa del remate, y ya su asistencia hasta entonces inusitada, impone respeto á los postores. «Doy dos mil pesos, dice, y uno más sobre la mejor postura». El escribano repite la propuesta tres veces y nadie ofrece mejora. Era que todos los concurrentes se habían escurrido uno á uno al leer en la mirada siniestra de Quiroga que aquella era la última postura. Al año siguiente se contentó con mandar al remate una cedulilla así concebida: «Doy dos mil pesos, y uno más sobre la mejor postura. Facundo Quirogan.

Al tercer año se suprimió la ceremonia del remate, y el año 1831 Quiroga mandaba todavía á La Rioja dos mil pesos, valor fijado á los diezmos.

FACUNDO Pero faltaba un paso que dar para hacer redituar el diezmo un ciento por uno, y Facundo, desde el segundo año no quiso recibir el de animales, sino que distribuyó su marca á todos los hacendados, á fin de que herrasen el diezmo, y se le guardase en las estancias hasta que él lo reclamase. Las crías se aumentaban, los diezmos nuevo acrecentaban el piño de ganado, á la vuelta de diez años se pudo calcular que la mitad del ganado de las estancias de una provincia pastora, pertenecía al comandante general de armas, y llevaba su marca.

Una costumbre inmemorial en La Rioja hacía que los ganados «mostrencos» ó no marcados á cierta edad, perteneciesen de derecho al fisco, que mandaba sus agentes á recoger estas espigas perdidas, y sacaba de la colecta una renta no despreciable, si bien se hacía intolerable para los estancieros. Facundo pidió que se le adjudicase este ganado en resarcimiento de los gastos que le había demandado la invasión á la ciudad; gastos que se reducían á convocar las milicias, que concurren en sus caballos y viven siempre de lo que encuentran. Poseedor ya de partidas de seis mil novillos al año, mandaba á las ciudades sus abastecedores, ¡y desgraciado el que entra-