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Facundo

El gobierno, cuya autoridad era contestada de una manera tan indigna, intimó á Facundo que se presentase á responder å los cargos que se le hacían sobre el asesinato. ¡Parodia ridícula! No quedaba otro medio que apelar å las armas y encender la guerra civil entre el gobierno y Quiroga, entre la ciudad y los Llanos. Facundo mandó á su vez una comisión á la Junta de Representantes, pidiéndole que despusiese á Dávila. La Junta había llamado al gobernador con instancia, para que desde allí y con el apoyo de todos los ciudadanos, invadiese los Llanos y desarmase á Quiroga. Había en esto un interés local, y era hacer que la casa de moneda fuese trasladada á la ciudad de La Rioja; pero como Dávila persistiese en residir en Chilecito, la Junta, accediendo á lá solicitud de Quiroga, lo declaró depuesto. El gobernador Dávila había reunido bajo las órdenes de don Miguel Dávila muchos soldados de los de Aldao; poseía un buen armaInento, muchos adictos que querían salvar la provincia del dominio del caudillo que se estaba levantando en los Llanos, y varios oficiales de línea para poner á la cabeza de las fuerzas. Los preparativos de guerra empezaron, pues, con igual ardor en Chilecito y en los Llanos; y el rumor de los aciagos sucesos que se preparaban, llegó hasta San Juan y Mendoza, cuyos gobiernos mandaron un comisionado á procurar un arreglo entre los beligerantes que ya estaban á punto de venirse á las manos.

Corvalán, ese mismo que hoy sirve de ordenanza á Rosas, se presentó en el campo de Quiroga å interponer la mediación de que venía encargado, y que fué aceptada por el caudillo; pasó en seguida al campo enemigo, donde obtuvo la misma cordial acogida. Regresa al campo de Quiroga para arreglar el convenio definitivo; pero éste, dejándolo allí, se puso en movimiento sobre su enemigo, cuyas fuerzas desapercibidas por las seguridades dadas por el enviado, fueron fácilmente derrotadas y dispersas.

Don Miguel Dávila, reuniendo algunos de los suyos, acometió denodadamente á Quiroga, á quien alcanzó á herir en un muslo antes que una bala le llevase la muñeca; en seguida fué rodeado y muerto por los soldados. Hay en este suceso una cosa muy característica del espíritu gaucho. Un soldado se complace en enseñar sus cicatrices; el gaucho las oculta y disimula cuando son de arma blanca, porque prueban su poca destreza; y Facundo, fiel &